El Congreso de los Diputados agotará la XV Legislatura en junio de 2027.
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El ¿futuro? de la XV legislatura en cinco puntos

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Mariola Urrea Corres

Catedrática (acreditada) de Derecho Internacional y de la Unión Europea en la Universidad de La Rioja

Los gobiernos de Pedro Sánchez siempre han estado presididos por cierta sensación de interinidad. La moción de censura, que le permitió alcanzar la presidencia del Gobierno en 2018, despertó en la oposición una frustración asentada en la idea (poco democrática) de poder arrebatado. La celebración posterior de elecciones en 2019 y 2023, y la formación de gobiernos de coalición con mayorías precarias, han representado la excusa perfecta para que muchos cultiven la idea de estar ante un gobierno débil, sin apoyos suficientes para desarrollar un programa. En suma, una legislatura moribunda casi desde su nacimiento.

Pero, ¿es esto realmente así o se trata, más bien, de una estrategia política interesada en generar un clima de opinión que justifique un final de la legislatura y el adelanto electoral? Un breve análisis sobre el futuro de la XV legislatura en el arranque del curso político pasa por detenerse en, al menos, cinco puntos.

1. Los desencuentros de la mayoría de legislatura y la percepción de inestabilidad política
El tiempo de las mayorías absolutas ya pasó. También el tiempo en el que las mayorías parlamentarias que permitían la formación de un gobierno y eran mayorías férreas en torno a un programa bien definido. Aquella realidad garantizaba llevar a término la legislatura sin demasiados sobresaltos, aunque el partido de gobierno necesitara contar con el apoyo de socios. Bien es cierto que en esos casos el final solía precipitarse por una necesidad de discrepar para así romper y presentarse a las elecciones en busca de votos ensanchando el espacio de la diferencia. Ahora, la discrepancia entre los socios de gobierno o entre los socios de legislatura no es anticipo de ruptura, sino rasgo distintivo de una forma de entender la relación. Quizás no haya lealtad a la ejecución de un programa de gobierno progresista, pero sí hay voluntad de maximizar la consecución de objetivos en función de intereses políticos perfectamente definidos y pactados. Este proceder, marcado por la conveniencia, no dará al traste tan fácilmente con la legislatura, pero sí puede favorecer la percepción de inestabilidad y acrecentar cierta desafección con la política.

2. Gobernar sin presupuestos o cómo hacer normal lo que no lo es
Los presupuestos son mucho más que un instrumento económico para la acción política. Se trata, en realidad, de la expresión mediante otro lenguaje de la propia acción de gobierno. La presentación de los presupuestos es una obligación constitucional, pero también debe ser interpretada como un imperativo político. El sistema cuenta con los mecanismos adecuados para seguir funcionando en el supuesto de que un presupuesto sea rechazado por el Congreso. La previsión constitucional de una prórroga presupuestaria es, de hecho, la garantía de que el país no se cierra, al margen de las contingencias que pueda sufrir un gobierno que no cuente con el respaldo suficiente para aprobar las cuentas públicas. La prórroga no está pensada, sin embargo, para convalidar la falta de respaldo parlamentario al presupuesto. Otro debate distinto es si los recursos económicos disponibles en un país hacen posible, con o sin presupuestos, ejecutar un programa de gobierno. Al margen de lo expuesto, la realidad del momento invita a pensar que la legislatura avanzará con o sin presupuestos.

La propuesta de oposición es más corrosiva que nunca, sin que pueda identificarse una alternativa de gobierno solvente

3. Una oposición corrosiva que no logra articular una alternativa viable y un gobierno necesitado de impulso político
El PP de Alberto Núñez Feijoo no representa esa oposición templada que parecía querer implantar cuando fue designado presidente del partido en sustitución de Pablo Casado. Tras un Congreso del PP que confirmó su posición y una remodelación profunda de equipos, la propuesta de oposición es más corrosiva que nunca, sin que pueda identificarse una alternativa de gobierno solvente. Así, el empeño por deslegitimar al presidente del Gobierno en su dimensión institucional y personal, unido a un coqueteo cada vez menos sutil con posiciones extremas, solo está sirviendo para ampliar la expectativa de voto de VOX. En este contexto, ¿tiene realmente Alberto Núñez Feijoo margen para corregir el rumbo en esta legislatura? Más allá de la actuación de la oposición, también el gobierno debe mostrar más músculo político si está verdaderamente decidido a agotar (no a resistir) el mandato. Al desgaste normal que acumula el presidente después de años de ejercicio se une la erosión de un Consejo de Ministros que apenas ha tenido recambio tras las elecciones del 23-J.

4. España ante el nuevo (des)orden mundial y el debate sobre seguridad como punto estratégico de la legislatura
El desmantelamiento del orden liberal basado en reglas ha generado la necesidad de abrir un debate incómodo en España sobre la seguridad que necesitamos, la seguridad que queremos y la seguridad que podemos pagar. Los compromisos de inversión ya materializados con la OTAN a través de un esfuerzo presupuestario considerable no han venido acompañados, sin embargo, de ese debate político y social tan necesario y urgente. El tema, como es sabido, también resquebraja las costuras de la mayoría parlamentaria. Menos controversia política representa el apoyo a Ucrania frente a una Rusia cada vez más hostil, como evidencian las recientes violaciones del espacio aéreo de Estados miembros de la Unión y también de la OTAN. Y qué decir de la situación de Gaza y la condena a Israel como responsable de un crimen contra la humanidad del que todos tendremos que responder ante el tribunal de la historia. España lidera una posición audaz que es todavía minoritaria en Europa pero que responde con claridad al sentir mayoritario de la sociedad, además de estar alineada con los valores y principios que exige nuestra recién aprobada Estrategia Española de Acción Exterior.

5. Y además… con la justicia hemos topado
La legislatura está condicionada por el devenir en los tribunales del caso que afecta a los dos secretarios generales del PSOE. Los socios de legislatura lo dejaron claro en la sesión parlamentaria en la que Pedro Sánchez dio explicaciones de lo ocurrido y presentó un plan de lucha contra la corrupción. Una pluralidad de procesos judiciales de dudosa solvencia
jurídica no precipitará el fin de la legislatura, pero sí han logrado tensionar la relación entre poderes, como evidenció la inauguración del año judicial. La legislatura sí podría verse comprometida por el pronunciamiento del Tribunal Constitucional sobre Carles Puigdemont facilitando (o no) su llegada a España y no será indiferente para nuestro clima político el sentido de la sentencia que dicte el Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre la amnistía y su compatibilidad con el Derecho de la Unión Europea. Pero si hablamos de la justicia, el verdadero propósito de lo que resta de legislatura pasa por aprobar la propuesta de reforma sobre el acceso a la carrera judicial, así como aquellas otras reformas conducentes a atribuir la instrucción de los procesos penales a los fiscales o la que aborda la acusación popular. Es un imperativo democrático erradicar las prácticas a las que ha dado lugar el abuso de una institución que nació con fines nobles.

Más allá de las dificultades objetivas que presenta la legislatura, parece claro que ésta seguirá su curso con un gobierno entrenado en gestionar la precariedad parlamentaria y unos socios
para los que mostrar sus discrepancias no es evidencia de ruptura. Y, sobre todo, un gobierno cómodo frente a una oposición rocosa incapaz de constituirse en alternativa y entregada a acrecentar la percepción de inestabilidad sin más rédito que ensanchar las oportunidades de la ultraderecha. 

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El papel de los sindicatos

Con el clima antisindical que se vive en algunos países de Latinoamérica, como en la Argentina de Milei, aumenta el temor a que esta fiebre antiderechos se extienda por Europa…

Esta corriente ultra que recorre el mundo está siempre en contra del feminismo, del cambio climático y del sindicalismo. Da igual que sea Estados Unidos, Argentina, Brasil o España. Siempre hay un ataque sostenido contra los sindicatos. En nuestro país, los sindicatos están recogidos y amparados en la Constitución española. Son un elemento fundamental, la pieza esencial del diálogo social. A esa pregunta que lanzan los ultras de “¿para qué sirven los sindicatos?” yo les digo: ¿Quién consigue los derechos para los trabajadores? ¿Quién reivindica? ¿Quién exige? ¿Quién logra acuerdos? La mayoría de los avances que disfrutamos hoy en este país se deben a la lucha de los sindicatos. ¿Alguien piensa que el salario mínimo o la reforma laboral caen del cielo? Ni en los mejores sueños de Rajoy España iba a llegar a 22 millones de afiliados a la Seguridad Social, él soñaba con 20. Luego vienen aquí los ultras y los fachas de todo el mundo a España para oponerse a un gobierno que desmonta todos los mantras neoliberales y está demostrando que la justicia social no solo es compatible con el crecimiento económico, sino que genera más crecimiento. En esto los sindicatos no son ajenos, porque todos los logros que hemos conseguido como trabajadores han sido gracias al indiscutible papel de los sindicatos.