2025: un año para recordar y para abrazarnos

Por Carmina Gustrán Loscos. Comisionada «España en Libertad. 50 años»

El 24 de enero de 1977 un comando de extrema derecha asesinaba a tiros a los abogados laboralistas Luis Javier Benavides, Enrique Valdelvira y Francisco Javier Sauquillo, al estudiante de Derecho Serafín Holgado de Antonio y al administrativo Ángel Rodríguez Leal. Este comando hería gravemente a los también abogados Miguel Sarabia Gil, Alejandro Ruiz-Huerta, Luis Ramos Pardo y Lola González Ruiz. Trabajaban todos en el despacho de abogados laboralistas de la calle de Atocha número 55, vinculado al PCE y al sindicato Comisiones Obreras, dirigido por Manuela Carmena.

Más de cien mil personas acudieron a su funeral, en una de las más grandes manifestaciones contra la dictadura franquista. Las imágenes de aquel día son, sencillamente, memorables. El silencio multitudinario dejó claro que ningún proceso de reforma podía dejar fuera al PCE y su extraordinario poder de convocatoria, marcando un punto de inflexión en la Transición. Frente a la barbarie y la intolerancia, la dignidad y el sentido de la responsabilidad, la resistencia pacífica y la búsqueda del entendimiento.

Estos trágicos hechos fueron y son un símbolo de la dictadura que se resistía a morir y el enorme desafío que, desde la sociedad civil, desde los partidos y sindicatos de la oposición (todavía ilegales), desde los movimientos sociales, desde las calles, se estaba planteando en los años setenta a ese régimen anacrónico e injusto, violento y cruel. Simbolizan el enorme poder de la lucha colectiva para cambiar las cosas. Un dato da buena cuenta de ello: solo en el primer trimestre de 1976 se contabilizaron 18.000 huelgas en toda España, en un momento en que el ejercicio de la huelga estaba prohibido. La población se movilizaban, los trabajadores, las trabajadoras se movilizaban  y eso asustaba a los sectores sociales y políticos más inmovilistas. Hoy sabemos que los pistoleros de ese comando de ultraderecha que irrumpieron en el despacho de la calle Atocha buscaban a Joaquín Navarro Fernández, secretario general del Sindicato de Transportes de CCOO en Madrid, convocante de duras huelgas en el sector del transporte contra una patronal mafiosa. De nuevo el miedo, la represión y la intransigencia ante el avance de las reivindicaciones sociales, ante una ciudadanía que exige derechos y libertades.

 Los asesinatos de Atocha son uno de los mejores símbolos de la complejidad y dureza de aquellos primeros años de la Transición, cuando nada estaba escrito. Estos hechos comportan una singular relevancia por su significación histórica y simbólica, y por su repercusión en la memoria colectiva. Se encuentran indeleblemente vinculados a la memoria democrática y a la lucha de la ciudadanía española por sus derechos y libertades.

El 24 de enero de 1977 2025, 48 años después de aquellos asesinatos, el Gobierno de España ha iniciado el procedimiento para declarar lugar de memoria democrática el monumento “El abrazo”, del artista Juan Genovés, situado a escasos metros del portal donde sucedió todo. Como recoge la Ley de Memoria Democrática (2022), los lugares de memoria (espacios, inmuebles, parajes o patrimonio cultural inmaterial o intangible) son aquellos en los que se han desarrollado hechos de singular relevancia para la memoria democrática. Es decir, se trata de “lugares” que, como el entorno donde se ubica “El abrazo”, cuentan con una especial significación histórica o simbólica, teniendo repercusión en la memoria colectiva y vinculados a la memoria democrática.

La escultura, inaugurada el 10 de junio de 2003, rinde homenaje los aquellos asesinados el 24 de enero de 1977 en su despacho de la calle Atocha número 55. Representa un conjunto de figuras abrazándose. No vemos sus rostros, pero, aun así, sentimos la emoción y la fuerza de su gesto. Su inspiración proviene de la pintura homónima de Genovés, realizada en los años 70, que se convirtió en un símbolo de la lucha por la amnistía y la libertad en España. Se trata de una obra que simboliza la solidaridad, el entendimiento y el compromiso con la lucha por la libertad y la democracia, una obra que nos habla del poder transformador de la memoria. Porque “El abrazo” nos recuerda aquellos hechos, pero también nos inspira y nos anima a seguir trabajando, colectivamente, en defensa de la democracia.

Los asesinatos de Atocha son uno de los mejores símbolos de la complejidad y dureza de aquellos primeros años de la Transición, cuando nada estaba escrito

Este es el espíritu que mueve la conmemoración de los 50 años de España en Libertad que tengo el honor de coordinar. Este 2025 vamos a celebrar el inicio de ese largo y complejo proceso que nos hizo pasar de una dictadura anacrónica a la actual democracia. Una conmemoración que mira, por tanto, hacia el pasado para recordar avances, dificultades y éxitos, pero lo hace con los pies fuertemente anclados en el presente. Queremos celebrar las importantes transformaciones de nuestro país en las últimas cinco décadas y queremos homenajear a los muchos colectivos sociales e instituciones que las han hecho posibles. Esta conmemoración mira también hacia el futuro, especialmente a los jóvenes, para transmitirles el valor de la democracia en un momento en el que ésta presenta signos de retroceso en buena parte del mundo.

Cortejo fúnebre multitudinario tras el asesinato de los Abogados de Atocha (Fundación 1º de Mayo)

"Queremos reconocer mejor ese pasado reciente de guerra y dictadura y buscar, juntos, caminos que nos permitan no volver a repetirlos "

MEMORIA, CELEBRACIÓN, IMAGINACIÓN son las claves de nuestra programación, una programación abierta a la participación. Estamos cerrando más de un centenar de iniciativas y trabajando en nuevas actividades. Más allá de las exposiciones, los encuentros académicos, los talleres y mesas redondas, queremos crear espacios de escucha y encuentro, de debate y reflexión colectiva. Queremos conocer mejor ese pasado reciente de guerra y dictadura y buscar, juntos, caminos que nos permitan no volver a repetirlas. Ponemos en valor la contribución de la sociedad civil en la lucha contra la dictadura, su compromiso durante la transición y su esfuerzo e implicación en el proceso de consolidación democrática. Y queremos que todo ese conocimiento sirva para subrayar la disparidad entre dictadura y democracia, para celebrar que, pese a los problemas, vivimos en un mundo mejor que hace 50 años.

Un año para recordar, para celebrar y para trabajar por la democracia. Queremos hacerlo con todas y todos vosotros. Como a aquellos abogados laboralistas de Atocha 55, nos mueve el sentido de la responsabilidad y justicia. Y como su puerta, la nuestra también está abierta a todas y todos aquellos que crean y defiendan la democracia.

Por Carmina Gustrán Loscos. Comisionada "España en Libertad. 50 años"