Tres décadas de migración en España, de la invisibilización al discurso del odio

Por Ana Gómez Pérez-Nievas. Periodista en Amnistía Internacional España.

Lo hemos visto estos días: decenas de personas, muchas de ellas menores, nadando hasta la playa del Tarajal. Un lugar, en parte, manchado por la tragedia que, sin embargo, no parecen esquivar. Todo para comenzar, o continuar, con su proyecto migratorio. Pero, ¿de qué huyen las personas migrantes y solicitantes de asilo? ¿Por qué algunas, cerca de 32.000, han “elegido” España en lo que va de 2024, según la OIM? ¿Cómo combatir la retórica racista que se va expandiendo por Europa (y el mundo) de que las personas migrantes solo son causantes de problemas?

Según ACNUR (la agencia de la ONU para las personas refugiadas) hace más de una década que el número de personas desplazadas de manera forzada aumenta cada año. Actualmente, más de 120 millones de personas han huido de sus hogares debido a persecuciones, conflictos, violencia, violaciones a los derechos humanos y otros acontecimientos. 

Guerras que duran ya una década, como la de Siria, otras más recientes, como las de Sudán, Gaza o Ucrania. Desastres ambientales, o el aumento de la inseguridad (especialmente para las mujeres), como sucede en Afganistán, donde los talibanes acaban de aprobar una ley que hasta silencia la voz de las mujeres. Abusos contra los derechos humanos como la tortura, la persecución por raza, género u orientación sexual, la pobreza extrema e incluso la muerte. Son algunas de las causas por las que las personas huyen, tanto dentro como fuera de sus países de origen. Los motivos son variados, complejos en muchos casos.

Un aniversario poco común

No fue hasta la década de los 90 cuando a España comenzó a llegar un número cada vez mayor de personas migrantes, especialmente procedentes de África subsahariana. Al fin y al cabo, en décadas anteriores España había sido más bien un país emisor de migrantes, más que receptor. Precisamente el 28 de agosto se han cumplido 30 años desde la llegada de la primera patera a Canarias, cuando dos saharauis arribaron al punto más cercano de las Islas Canarias con África: el Faro de la Entallada, a unos cien kilómetros de la costa africana. Después de ellos, llegaron algunos más, y otros miles se perdieron por el camino, a veces sin dejar rastro. 

España es país fronterizo de primera entrada (entre las diferentes rutas que hay hacia Europa), una frontera marcada por la desigualdad: frente a los 34.000 dólares de PIB per cápita de España, Marruecos tiene 4.000 dólares. Además, para quienes huyen de la violencia y la persecución, si se cierra una vía, siguen intentándolo en otra, por muy peligrosa que ésta sea. Por eso, a pesar de jugarse la vida en una de las rutas más mortíferas, en los últimos años España se ha convertido en uno de los principales países de destino, especialmente a través de la ruta canaria. 

Muchas personas no buscan ni siquiera quedarse en España, sino que desean reencontrarse con sus familias en otros lugares de Europa como Francia o Alemania. Pero el protocolo de Dublín (por el que el primer país de llegada es el que les debe otorgar, o no, su derecho de permanencia) les lleva de nuevo a la casilla de (semi) salida. 

Otras, como las personas procedentes de países de América Latina como Colombia y Venezuela, países con los que las relaciones y los vínculos con España, además del idioma, son frecuentes, sí que buscan este destino, convirtiéndose así en una de las nacionalidades que más solicitudes de protección internacional han llevado a cabo en nuestro país. 

Pero lo cierto es que los desembarcos en Canarias nos sitúan como segundo país de la UE con más entradas en 2023 fuera de los puestos fronterizos, después de Italia. Con un total de 56.852 migrantes llegados en 2023 por vía terrestre y marina, esta ruta de África occidental sigue registrando en 2024 cifras sin precedentes, con un aumento interanual del 174% en el total de migrantes irregulares que llegaron a Canarias en el primer semestre, hasta casi 20.000, principalmente de Malí, Senegal y Marruecos. Según Caminando Fronteras, en lo que llevamos de 2024, casi 5.000 personas ha fallecido en esta ruta migratoria. No olvidemos que, especialmente aquellos que llegan a El Hierro, a 1.500 kilómetros de travesía por mar desde Senegal y Mauritania, se exponen a una odisea marítima aterradora. 

"Según ACNUR desde hace más de una década el número de personas desplazadas de manera forzada aumenta cada año"

Fortaleza Europa

El cierre de otras fronteras y las cada vez más inhumanas políticas europeas han provocado que España aumentar sus llegadas. Las políticas de externalización, como el acuerdo entre la UE y Turquía, que se unió al ya precario y fallido sistema de asilo en Grecia, o el acuerdo entre Italia y Libia, recientemente renovado, que frenó las llegadas irregulares a Italia, han sellado estas alternativas y dejado a España como una de las pocas vías de acceso.

“La externalización de fronteras, lejos de contener las llegadas, provoca que las personas migrantes se vean obligadas a buscar otras rutas, normalmente peligrosas. O a caer en manos de mafias que trafican con ellas. Cuando una persona huye porque sufre una violación de derechos humanos, o por pobreza, o por la crisis climática, buscará cualquier medio para hacerlo. Estas políticas muestran que los países europeos no asumen sus responsabilidades y, además, solo consiguen ahondar en las vulneraciones que sufren las personas migrantes”, señalaba hace unos días Virginia Álvarez, investigadora de Amnistía Internacional España. 

A pesar del número de llegadas a Canarias, la realidad es que los países de renta media y baja, como Irán, Pakistán, Turquía, han dado acogida al 75% de las personas refugiadas y otras que necesitan protección internacional en el mundo. Por el contrario, los países de renta alta, que disponen de la mayor parte de la riqueza mundial, acogieron tan solo al 25% de las personas refugiadas a mediados de 2023. Uno de estos, Alemania, precisamente ha comenzado a hacer deportaciones de personas afganas desde que los talibanes llegaron al poder. Se une así a la lista negra de países como Noruega, Dinamarca o Reino Unido, que han decidido dejar de lado sus obligaciones internacionales en materia de asilo en los últimos años.

Racismo ignorante en crecimiento 

En las investigaciones realizadas desde Amnistía Internacional lo hemos visto claro: se juegan la vida porque la que dejan atrás no es mejor. Se nos han quedado grabado rostros y palabras de decenas de ellos y ellas. Caras sombrías como la de aquel joven saharaui, con las marcas todavía en las muñecas de haberse intentado quitar la vida. O la de Marian, que escuchaba sin cesar música para tranquilizarse. También la de A., marroquí desesperado atascado en Canarias porque habían trasladado a la Península a todos sus amigos menos a él. 

España ha pasado de la invisibilización de las personas migrantes y refugiadas a utilizarlas como cabeza de turco para explicar todos los problemas del país, con bulos y declaraciones racistas que rozan la ilegalidad, no solo la inmoralidad. De hecho, el racismo está creciendo en toda la Unión Europea. 

Cuando se extienden los discursos racistas y xenófobos, cuando comienza la rueda de las noticias falsas a girar en una espiral sin fin, cuando ni siquiera se llega a un acuerdo para repartirse, con nula solidaridad, a los y las menores, entre comunidades, se olvidan que son personas humanas, como tú y como yo. Su mayor deseo es, simplemente, seguir con su vida, después de haberla arriesgado en un viaje harto peligroso.■