Hay que frenar esta violencia desmedida antes de que ya no haya nadie a quien salvar
La palabra “abandono” no está en el vocabulario de Lorena Gamito, directora de acción humanitaria del comité español de la UNRWA. Mientras la presión israelí amenaza la supervivencia de la agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos, su personal afronta el día a día sin perder la esperanza.
Dirección: Luis Lombardo. Texto: Eduardo Mesa
Hace unos días entrevistamos al embajador palestino en Madrid y nos dijo que él no hubiera sido nada, no hubiera llegado a nada en la vida, si no fuera por el apoyo de la UNRWA. Creo que no hay mayor reflejo de un trabajo bien hecho.
Personas como el embajador son el ejemplo del impacto que la agencia ha tenido sobre millones de personas en estas más de siete décadas de trabajo incansable, de apoyo a la educación, la salud y los servicios sociales de la población refugiada de Palestina para que puedan tener un futuro mejor. Son el testimonio en primera persona de lo que ha supuesto UNRWA para una población carente del acceso a muchos de sus derechos básicos.
Diez meses y 42.000 muertos después, ¿hay lugar para la esperanza?
Cada día que pasa y la violencia continúa es más difícil mantener la esperanza, pero no abandonaremos. Creemos en lo que hacemos y en el derecho de la población refugiada a una vida digna y libre de ataques. No podemos permitirnos desfallecer porque ahora más que nunca nos necesitan. No podemos flaquear, por los miles de niños que han perdido a sus familias y sus hogares, por esas mujeres embarazadas que intentan que este llegue a buen término, por esos hombres que ceden su ración de comida a sus padres ancianos o a sus hijos.
Los valores humanitarios alcanzados tras la segunda Guerra Mundial, los convenios de Ginebra, las políticas para proteger a los refugiados… Todo parece desvanecerse en Gaza. ¿Hay una doble vara de medir? ¿Tiene Israel permiso para saltarse todas las líneas rojas?
Llevamos meses viendo cómo todos los acuerdos y convenios pactados largo tiempo atrás no se están respetando y cómo la comunidad internacional no está haciendo nada para que se respeten. Esto, sin duda, va a marcar un precedente nefasto. Ataques indiscriminados a escuelas y hospitales con población civil, uso de armas no aptas para zonas densamente pobladas, el asesinato de 213 de nuestros compañeros humanitarios, además de los cientos de periodistas y sanitarios que también han perecido bajo las bombas y las balas. Estas cifras no se habían visto en ningún conflicto previo. No hay respeto al Derecho internacional humanitario en la franja de Gaza.
"Hay más de 1,9 millones de personas desplazadas y 370.000 viviendas destruidas"

Tampoco se permite el acceso de la prensa extranjera a Gaza. ¿Sin testigos es más fácil perpetrar la barbarie con total impunidad?
Tenemos que lamentar la pérdida de cientos de periodistas durante estos casi 12 meses y con ello la información que estos profesionales podrían haber compartido con el mundo. Pero en la era de la comunicación y las redes sociales hemos visto cómo los civiles en Gaza han tomado el relevo para transmitir con sus móviles la situación que viven a diario. Este ha sido un conflicto en directo en muchos aspectos, no profesionalizado, pero no por ello menos veraz. Las imágenes están ahí y no se pueden negar.
El desastre de Gaza también se traduce en una crisis sanitaria. Polio, hepatitis o meningitis amenazan a la población.
Desde los primeros meses del conflicto no se ha puesto freno al aumento de las enfermedades contagiosas y al riesgo de epidemias. En estas semanas, más de 1.000 compañeros y compañeras vacunarán contra la polio a niños y niñas a través de nuestros diez centros de salud y 80 puntos médicos móviles. El objetivo es, junto a UNICEF y OMS, llegar a 640.000 menores de 10 años en toda la Franja. Se ha acordado una pausa para la vacunación y seguridad para hacer este trabajo, pero no se ha cumplido. Zonas asignadas a la vacunación ya han recibido avisos de evacuación y equipos médicos para la campaña han sido detenidos durante horas a punta de pistola. No hay seguridad para transportar medicamentos, ni para la movilidad de enfermos ni personal sanitario y los centros médicos están siendo objetivo de esta guerra.
La agencia cuenta con fondos hasta octubre, ¿corre peligro su supervivencia?
La agencia está enfrentando un año muy complejo que ha supuesto un aumento significativo de actividades debido al conflicto en Gaza. Pero tampoco podemos olvidar la difícil situación en Cisjordania, donde más de 600 personas han sido asesinadas desde el 7 de octubre, o en el sur de Líbano, donde la violencia ha ido escalando. Todo ello supone más recursos de los que la agencia no dispone, especialmente teniendo en cuenta la congelación de los fondos de EEUU hasta mediados de 2025. Existe un riesgo de supervivencia si la comunidad internacional no apoya económicamente a UNRWA en la medida de las necesidades existentes.
La presión sobre la UNRWA por parte de Israel ha ido en aumento hasta el punto de que el propio parlamento israelí se plantea declarar a la agencia organización terrorista. ¿Cómo es posible?
Esto es un sinsentido. Nosotros defendemos los valores de Naciones Unidas y representamos la voluntad de todos los países que la componen. Es como ilegalizar los derechos humanos y todo lo que el Derecho internacional humanitario supone. En los últimos meses hemos visto población israelí atacar nuestras oficinas en Jerusalén al grito de “quememos las Naciones Unidas” y muchos colonos y ciudadanos israelíes atacando los camiones con ayuda humanitaria en la frontera con Gaza. Todo ello es síntoma de que los consensos que tantos años ha costado afianzar se están derrumbando.


¿Cuál es la situación humanitaria en la franja de Gaza?
Hay más de 1,9 millones de personas desplazadas al menos una vez y de ellas más de 1 millón están acogidas en refugios desde hace casi un año. Unas 370.000 viviendas han sido destruidas o dañadas. El riesgo de hambruna es inminente y más del 96% de la población enfrenta niveles elevados de inseguridad alimentaria. El acceso a hospitales y centros sanitarios es precario. Hay falta de medicamentos básicos y parte del equipamiento no funciona por falta de electricidad.
La basura ya es uno de los principales riesgos; se acumula en vertederos improvisados y está generando brotes epidémicos. El acceso al agua es muy limitado, como mucho se dispone de un litro de agua diario por persona para beber, asearse y cocinar. Más de 600.000 menores han perdido un curso escolar y requieren de apoyo psicológico.
¿En qué campos específicos está trabajando ahora mismo la agencia y cuáles son los planes más inmediatos?
UNRWA trabaja en toda la Franja de Gaza pero es difícil hablar de campos de refugiados teniendo en cuenta la situación actual. Antes del 7 de octubre, nuestras operaciones e infraestructuras se centraban en gran medida en los ocho campos que había en la franja. A día de hoy el despliegue se encuentra allí donde se alojan las personas desplazadas. 154 escuelas nuestras se han convertido en refugios donde acogemos a una media de 12.000 personas en cada una. Proveemos de alimentos y agua, artículos de primera necesidad, servicios sanitarios y psicológicos. Acabamos de iniciar la campaña de vacunación de la polio y también la de regreso a la escuela. Esta última pretende dar algunas herramientas y espacios seguros a esos niños y niñas que han perdido un curso escolar completo y necesitan retomar, aunque sea de forma muy básica, cierta normalidad.
Israel no renueva los visados al personal que trabaja en organizaciones humanitarias ni de sensibilización. ¿Cuánto hace que usted no pisa el suelo de Gaza?
No he podido regresar a Gaza desde el año pasado y nuestros compañeros que trabajan de manera continua en la franja están teniendo serias dificultades para conseguir los visados que ahora se dan de manera puntual y por periodos muy breves. Es una nueva forma de dificultar la labor humanitaria. No puedo dejar de pensar que ya nada de lo que conocí seguirá en pie y muchas personas con las que compartí buenos momentos tampoco estarán ya. Todos los logros conseguidos a lo largo de estos años, todos esos proyectos exitosos han desaparecido bajo los escombros y junto a ellos las personas que los hicieron posible.


¿Tiene esperanza en que pueda llegarse a un alto al fuego?
Quiero creer que sí, el mundo no puede seguir mirando para otro lado ante la catástrofe que se está viviendo en la franja de Gaza. Espero que seamos capaces de decir basta y poner los medios para frenar esta violencia desmedida antes de que ya no haya nadie a quien salvar.
¿La movilización de la población israelí contra los planes de Netanyahu podría ser el inicio de una solución “desde dentro”?
Está claro que la sociedad israelí es clave en cualquier posible movimiento que se pueda dar para llegar a una solución. Parte de esta sociedad no está de acuerdo con lo que está sucediendo ni en cómo se está llevando a cabo, por lo que en su mano está exigir que esta ofensiva cese y la rendición de cuentas a sus gobernantes.
¿Qué ocurriría si la UNRWA desapareciese?
UNRWA es la garante de los derechos de toda la población refugiada de Palestina, entre ellos el derecho al retorno reconocido por Naciones Unidas. Sin ella, todos los compromisos y promesas hechos a esta población desaparecerían. De ahí que se nos ataque de una manera tan particular. Por otro lado, atendemos a cerca de 6,7 millones de personas, proveemos de educación a más de medio millón de niñas y niños, repartimos alimentos a más de 1,3 millones de personas y atendemos unos 7 millones de consultas médicas anuales. Somos un factor estabilizador. ■