La puñetera realidad
“La puñetera realidad es que somos un negocio muy rentable, se muere uno y hay 50 esperando”. Lo dice con conocimiento de causa Beatriz Cano, una jubilada que lleva diez años viviendo en la residencia que DomusVi tiene en el distrito de Usera. “Es una indignidad absoluta que nos dejen en manos de gestores ‘buitre’, una desvergüenza, es inmoral. No importamos a nadie”, se lamenta.
La debilidad muscular que le provoca el síndrome pospolio y que le obliga a hacer un esfuerzo titánico diario para moverse queda de sobra compensada con su fortaleza emocional, sentido del humor, ganas de vivir y un más que fecundo espíritu reivindicativo que se concreta en nada menos que 900 quejas a la dirección del centro desde 2019 y otras 35 oficiales a la Comunidad de Madrid. No las ha contado ella, sino la directora general de Atención a la Dependencia, Begoña Cortés, evidentemente molesta. “Pero es que yo no tengo otro método de defensa que las reclamaciones. Reclamo mis derechos, lo que me corresponde”, arguye Beatriz. Piensa además que a los políticos “no hay que creerles, hay que exigirles”.
“Somos un negocio muy rentable, se muere uno y hay 50 esperando”
“La gente se calla porque es muy mayor y la mayoría tiene algún tipo de demencia, por eso los Consejos de Usuarios no funcionan, y los familiares se indignan mucho pero protestan poco. Tenemos una sociedad miedosa y no hay control más férreo que el miedo”, dice Beatriz.
De la pandemia comenta que en los medios de comunicación no ha salido ni la mitad de lo que han pasado. “Fue un aislamiento brutal, todo el tiempo en la habitación y no estábamos atendidos. Cayó muchísima gente y a los que han sobrevivido no los reconozco de los superdelgados que se han quedado. Algunos que estaban bien de la cabeza la han perdido. Me muero de pena”.
“Los fondos de inversión adoran a las trabajadoras esclavas”
Denuncia que a la población anciana de las residencias la despojan de todos sus derechos. “En las cárceles están mejor que nosotros, no nos ven como personas, es la deshumanización completa. Acabarán poniéndonos en fila india, dándonos la misma medicación y acostándonos a la misma hora”.
Es consciente de la precariedad laboral y la presión que sufren las trabajadoras y las anima a rebelarse y exigir plantillas suficientes para atender como es debido a los residentes. “Los fondos de inversión adoran a las trabajadoras esclavas. Hasta que no se planten no conseguirán nada”.
Reportaje: