Azucena Rodríguez en su domicilio de Madrid.
FOTO: FRAN LORENTE

Azucena Rodríguez

DIRECTORA Y GUIONISTA DEL DOCUMENTAL “ALMUDENA”, SOBRE LA FIGURA DE LA GRAN ESCRITORA DE LA MEMORIA ALMUDENA GRANDES, FALLECIDA EN 2021

ME HABRÍA ENCANTADO LEER SUS COLUMNAS SOBRE TRUMP O SOBRE GAZA...

Azucena Rodríguez (Madrid, 1955), directora de cine, documentales, guionista y amiga íntima de Almudena Grandes empezó a dar forma a su documental “Almudena” (2025) cuando su compañera de aventuras estaba sana. Quería hacer una película que diese cuenta de la talla de la gran escritora de la “memoria” española. Quería contar su proceso creativo, su manera de enfrentar las historias, cómo las iba cosiendo, acabando hasta convertirlas en libros llenos de un tejido tan cercano a la vida, tan íntimo y a la vez tan universal, que conquistó a millones de lectores en España y en el mundo.

Esas historias primero fueron actuales, de aquellos días en los que Almudena era un torrente de vida que apareció, como en tromba, triunfando en el ecosistema literario con Las edades de Lulú (1989). Más tarde, paulatinamente, viajando al pasado reciente, para hacerlo presente continuo. Una obra enorme, casi apabullante, que podría estudiarse en los institutos echando a un lado los libros de texto de Historia de España. Almudena es la escritora de la memoria por excelencia, y cuando Azucena comenzó su película, de pronto llegó una pandemia. Después la enfermedad. Y, al final, su muerte.

En su casa de Madrid nos recibe Azucena Rodríguez. Su película se estrenó en mayo de 2025 y ha sido, casi, como volver a hablar y reír con su amiga del alma.

Azucena, se truncó la vida de Almudena… y se paralizó lo que habías empezado.

Ese proyecto se truncó, y se truncaron tantas cosas… Poco después de morir Almudena, Mariela Besuievsky, amiga mía y productora, me dijo “¿por qué no hacemos un documental sobre Almudena?” Yo le comenté que el trabajo ya estaba iniciado. “¿Por qué no? Retomémoslo”, contestó ella. Y yo le respondí que sí. Mariela, junto a Gerardo Herrero, son los productores de cinco de las seis adaptaciones que se han hecho en cine de obras de Almudena.

Le dije que sí, en ese momento, pensando que me iba a doler. Y ha dolido. Y duele. Pero también el cine tiene esa clara y milagrosa facultad de detener el tiempo. Pensé que si hacíamos la película íbamos a volver a escuchar a Almudena, la íbamos a volver a ver. En definitiva, íbamos a pasar un buen rato con ella. Lo que yo quería era aportar mi granito de arena para mantener viva su memoria. Almudena es la escritora de la memoria por excelencia y ésta podría ser mi contribución, porque además así mantenemos viva la memoria de los que ella rescató del olvido. De toda esta gente, todas esas mujeres, esos hombres que en este país lucharon tan duramente, arriesgando la libertad y la vida por tener una sociedad democrática, una sociedad más justa. Con este documental recordamos a todos esos olvidados que ella rescató. Pero también la recordamos a ella.

Entiendo que el proceso creativo del documental se convirtió en algo así como “sonrisas y lágrimas”, ¿no? (Azucena se ríe para decir que no hubo demasiadas sonrisas.)

Sonrisas, pocas. El proyecto ha durado tres años y cuando te dedicas ocho o diez horas al día a verla, oírla, hay un momento en que se te olvida que no está; y cada vez que tomas conciencia de que ha muerto… parece que vuelve a morirse un poco. Fue duro y costó. Pasé todo el duelo como amiga en la mesa de montaje. Estaba dirigiendo un documental y doliéndome de la muerte de una íntima amiga, muy, muy querida. Durante la primera fase recopilé mucho material e hice un primer montaje cuando ella aún estaba viva. Yo me veía como una niña que se tapa los ojos; si no lo ves, no ha pasado. Hice una primera versión en la que no se hablaba de su muerte, pero me di cuenta de que no podía ser, era absurdo. Había que aceptarla y asumirla. Y a partir de ahí, tirando de ese hilo, entendí que era necesario hablar de la muerte, de la ausencia, y el mejor vehículo no era otro que Luis García Montero, su marido.

El cine tiene esa clara y milagrosa facultad de detener el tiempo

Si hacíamos la película, íbamos a volver a escuchar a Almudena, la íbamos a volver a ver.
FOTO: FRAN LORENTE

Cambió el punto de vista del documental…

Luis (García Montero), que es un hombre extraordinario y tiene y ha mantenido un duelo muy digno, me dio ese espacio para contar la ausencia. Si yo hubiese podido hacer la película con ella, mi condición de amiga íntima me habría proporcionado momentos impagables para una directora, momentos muy íntimos, divertidos. He vivido muchas aventuras con Almudena, pero ya no podía ser. El modo de traer esa intimidad a la película era a través de sus hijos, de su hermana Mónica, de su tía Lola. Ellos me ofrecían la cercanía que yo quería, ya no me la podía dar Almudena, porque ella no está. Y Luis me daba el vacío, el dolor de la ausencia.

Una mujer como Almudena, que dejó miles de huérfanos –sus lectores– que la adoraban como escritora, pero también como personaje público, ese torbellino que captaba la atención de todo el mundo sin pretenderlo, esa presencia tan enorme tiene que dejar un vacío exactamente igual de grande, ¿no? Vosotros que la conocisteis… ¿cómo es vivir sin Almudena?

Se vive malamente. La vida de los que estábamos muy cerca de ella no es la misma sin ella. Sin dramatismos, es así –habla Azucena, dejando claro que no está cayendo en una nostalgia almibarada, sino hechos comprobados, experimentados–. Es dramático. No, no es lo mismo sin ella. A quien yo contaba mis cosas era a Almudena, quien me daba una visión estupenda, con su inteligencia y su bondad. Ya no es lo mismo.

¿Han sido receptivos sus hijos y Luis a la hora de grabar el documental?

Todos han estado absolutamente abiertos, entregados. Luis, que prácticamente es el coprotagonista de la película, ha hecho de todo. Es disciplinado y muy inteligente. Además, enseguida captaba cómo había que hacer las cosas en el rodaje. Siendo un hombre tan ocupado, ha hecho malabarismos para encontrar huecos para el rodaje. Y sus hijos igual. Y su hermana y su tía, en fin, todos han estado muy abiertos. Yo les enseñé la película antes que a nadie, porque si ellos no me daban el visto bueno, no había película, y les gustó. Les gustó porque rezuma amor en cada fotograma.

Luis García Montero participa activamente en el documental de Azucena Rodríguez.
FOTO: TORNASOL

Sorprende mucho conocer a través de tu documental que a pesar de ser una mujer tan pasional, era muy metódica a la hora de trabajar y de escribir. ¿Hay algo que a ti te haya sorprendido?

Ella era muy disciplinada. Si tenía que ir a la Feria del Libro –que le fascinaba– y tenía que estar en El Retiro a las 11:00, se levantaba a las ocho para escribir, como todos los días. Haciendo el documental he visto muchísimo material grabado, muchísimo. Me ha sorprendido en gran medida la Almudena joven que yo no conocí. Yo era lectora de Almudena desde Las edades de Lulú y fan suya desde antes de conocerla. He visto grabaciones que me resultaron muy entrañables y divertidas. Era gracioso lo seria que aparecía en público de joven, cómo asumía su papel… Tenía mucha responsabilidad entonces y, según va pasando el tiempo, se aprecia cómo va relajando el gesto y la postura y se va convirtiendo en la Almudena que hemos conocido después.

Hay dos sitios absolutamente especiales para Almudena, Madrid y Rota. En el documental has plasmado esas dos pasiones por los dos lugares.

Madrid es su ciudad, ella lo dice en la película, y también que las ciudades tienen un carácter pero que no necesariamente los que habitamos en esas ciudades compartimos ese carácter. En su caso sí, ella comparte el espíritu de Madrid, ese espíritu de caos, de eterno movimiento, se identifica absolutamente. Para ella, Rota era el lugar de la felicidad, de los veranos, de esa fantasía infantil que todos tenemos con el verano. Yo al menos sí la tengo: el verano es ese territorio de la felicidad donde se detiene el tiempo. Es el tiempo de los amigos, de los paseos, de las ensoñaciones. Para Almudena es Rota. Sí, Rota y Madrid fueron sus dos ejes.

Se ha hecho mucho cine, y teatro también, sobre las obras de Almudena ¿Crees que su literatura va a seguir en nuestras vidas, no solo a través de sus libros, sino también a través de obras audiovisuales o escénicas?

Yo espero que así sea. Espero y confío. Creo que Almudena va a mantenerse viva en su literatura por los siglos de los siglos. Es una escritora de una talla muy grande y pervivirá, sin duda. En cuanto a las adaptaciones, tanto en el cine como en el teatro vendrán más. Sus novelas están llenas de historias fascinantes, de personajes absolutamente encantadores, perfectamente construidos. Son una fuente inagotable para el cine y el teatro. Además, por suerte, sus novelas son extensas, llenas de tramas, subtramas, personajes principales y secundarios.

Dentro de unos años nadie va a saber quién era el alcalde de Madrid en ese tiempo, pero todo el mundo sí sabrá quién es Almudena

Almudena Grandes dedicó su libro Inés y la alegría a su amiga Azucena.
FOTO: FRAN  LORENTE

Cuando murió Almudena el comportamiento de algunos dirigentes políticos no fue precisamente el más decoroso. Es verdad que todo es política en este país, pero en este caso habría que decir que fue “la mala política” la que dio la nota en un momento de duelo de miles de madrileños. ¿Cómo encajaste el comportamiento del Ayuntamiento de la capital y la Comunidad de Madrid?

Los actos definen a los personajes. Lo que hacen los define como muy mezquinos y muy estrechos de miras. Dentro de unos años nadie va a saber quién era el alcalde de Madrid en ese tiempo, pero todo el mundo sí sabrá quién es Almudena. No han estado a la altura, pero es que no tienen esa altura. Yo creo que lo mejor es no entrar en esta corriente de odio que alimentan constantemente. Ellos se lo pierden, se pierden la lectura y el conocimiento, se pierden disfrutar de una madrileña tan absolutamente ilustre. Almudena viajó por todo el mundo, Francia, Latinoamérica, y otros países lejanos, donde tenía fervientes lectores, y siempre lo hacía haciendo gala de su “madrileñismo”. En el momento de su muerte, el alcalde de su ciudad, la presidenta de la Comunidad, no estuvieron a la altura. Yo creo que no la tienen.

Almudena decía que en sus novelas siempre contaba lo mismo: la historia de España. Azucena ¿cómo crees que vería Almudena la España de hoy?

Es una pregunta que con frecuencia todos nos hacemos. Se la echa de menos en muchas ocasiones, en esa capacidad que tenía de analizar la realidad con bisturí, diseccionar la actualidad con inmensa lucidez y luego contarla con una rotundidad extraordinaria. A mí me habría encantado leer sus columnas sobre Trump. Habría sido demoledora. Ella trascendía, iba más allá, era capaz de hacer muy buena literatura y destrozar con mucha elegancia al adversario –aquí Azucena se detiene, reflexiona, imagina…– Con la Guerra de Gaza estaría desolada, no habría faltado en todas las manifestaciones y habríamos removido cielo y tierra para intentar detener esa guerra. Y sobre ese individuo que ocupa la Casa Blanca, esta corriente de odio… como decía, ella siempre hablaba de la memoria… pero la memoria no es el pasado, es una cuestión de presente. Para los que hemos vivido el principio de la democracia es muy doloroso oír a los herederos de Franco sentados en el Parlamento; y en la calle a los fascistas, que han perdido la vergüenza de serlo. Es muy doloroso ver esa maquinaria tan poderosa, con dinero, con medios de comunicación, en España y en el mundo, cuya función es –y consigue– que muchos jóvenes españoles, de Europa y de otros países crean que ser anti sistema es ser fascista. Es tremendo.

Nosotros hemos vivido una dictadura de muchos años, una dictadura durísima y ahora escuchamos a esos jóvenes que hoy simpatizan con Franco. Hay que explicarles que Franco los metería en la cárcel, que si se fuman un canuto irían a la cárcel, que si son chicos y les gusta un chico irían a la cárcel. Almudena escribiría incansablemente sobre ello, y todo el día manifestándose y moviéndose para llegar a todo el mundo, porque yo creo que la responsabilidad es de todo ese aparato de poder, dinero y medios, pero también los demás también tenemos que asumir nuestra propia responsabilidad. Tenemos el deber de contar qué es una dictadura, qué es el fascismo. El deber de apostar por los migrantes que vienen a salvarnos, no a complicarnos la vida, como dicen los racistas. Creo que no vale con echar la culpa a los que verdaderamente la tienen, sino que nosotros deberíamos recoger ese testigo de defensa de la democracia y de la diversidad… porque ya le estamos viendo las orejas al lobo, y a ese lobo ya lo conocemos. Ese lobo ya nos ha encarcelado, nos ha machacado. Y parece mentira que alguien quiera bailar con ese lobo.

Terminamos la entrevista. Azucena se ríe y pide disculpas, dice, por el mitin final. Nosotros, los reporteros de MADS, nos hemos quedado un poco mudos: nos ha parecido escuchar a Almudena Grandes.

Lorena Gamito

DIRECTORA DE ACCIÓN HUMANITARIA DEL COMITÉ ESPAÑOL DE LA UNRWA

Estela Díaz

MINISTRA DE MUJERES Y DIVERSIDAD DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, ARGENTINA

Entrevista a Daniel Bernabé, escritor

“La mejor vacuna contra la ultraderecha es la activación ciudadana democrática de la clase trabajadora” El escritor y periodista publica su primera novela, Todo empieza