
Azucena Rodríguez
DIRECTORA Y GUIONISTA DEL DOCUMENTAL “ALMUDENA”
FOTO: PROPIEDAD ALMUDENA ARIZA
La periodista Almudena Ariza, hasta ahora corresponsal de RTVE en Oriente Medio, con base en Jerusalén, acaba de iniciar una nueva etapa en Colombia, cubriendo la información de la región en países como la propia Colombia, Venezuela, Perú, Panamá y Ecuador. Almudena fue corresponsal, antes de estar en Israel, en Asia Pacífico, Estados Unidos y Francia.
También ha cubierto, entre otros, los conflictos en Siria, Afganistán, Irak, Líbano o los desastres del tsunami de 2004 en el Índico y de Fukushima en Japón. Nadie se acostumbra a las calamidades, a las guerras, a las penurias y a la muerte, pero vivir el periodismo con pasión es también un compromiso con las víctimas. Almudena está dónde hay que estar, no por valentía, nos dice, sino por convicción.
Contesta a nuestras preguntas desde Barcelona, en su descanso veraniego, y con ella hablamos del conflicto en Gaza, donde la primera de las paradojas es que para hablar de Gaza no se puede estar en Gaza.
Desde el inicio de la guerra hace 20 meses los informadores no pueden entrar en la franja, a pesar de que la ONU ha pedido repetidas veces a Israel que permita a la prensa su entrada en Gaza. ¿Cómo condiciona esta prohibición la información diaria del conflicto?
Muchísimo. Informar sin acceso directo al terreno es como intentar describir un incendio viendo solo el humo. Dependemos de imágenes que nos llegan con cuentagotas, de testimonios filtrados por la dificultad de comunicación, y del enorme esfuerzo de los periodistas palestinos que siguen dentro, jugándose la vida a diario. Pero también estamos a merced de la narrativa oficial israelí, que intenta
controlar lo que se ve, lo que se cuenta y cómo se cuenta. Y eso condiciona –y distorsiona– la cobertura. Sin ojos libres sobre el terreno, no hay relato completo.
¿Cómo es un día cualquiera en Jerusalén para una corresponsal de televisión?
Incierto. Uno se levanta sin saber qué va a pasar, pero con la certeza de que va a pasar algo. Revisar medios israelíes y palestinos, cruzar información, hablar con fuentes, moverse rápido si hay un ataque, una declaración, una protesta. Muchas horas en la calle, y en ocasiones con el chaleco antibalas preparado para cubrir operaciones militares en Cisjordania… Y luego está la edición, las conexiones en directo, el ritmo de la televisión. No hay tregua. Ni horario fijo. Y apenas descanso.
¿La postura del gobierno español te ha traído problemas en Israel para ejercer el periodismo? El reconocimiento del Estado palestino, o la rotundidad del gobierno al condenar la masacre de civiles en la franja…
Sí. Las declaraciones y decisiones del Gobierno español han generado rechazo y tensiones en Israel, donde cualquier crítica a la ofensiva en Gaza o a los crímenes de guerra cometidos por el ejército se interpreta automáticamente como un gesto de apoyo a Hamás. Esa lectura es profundamente injusta. Defender los derechos humanos, el derecho internacional y la vida de los civiles no significa alinearse con una organización u otra, sino ponerse del lado de la justicia.
Algunos políticos y portavoces israelíes han mostrado una hostilidad abierta hacia periodistas españoles. Incluso en la calle, en ocasiones, nos insultan y nos llaman “terroristas” solo por el hecho de cuestionar los crímenes en Gaza, la muerte de civiles o el sufrimiento de la población palestina. Todo esto dificulta el acceso a ciertas fuentes o lugares. Pero, a pesar de todo, seguimos haciendo nuestro trabajo.
¿Encuentras oposición entre los ciudadanos israelíes a este genocidio al que asistimos? ¿Hay esperanza de que se acabe con el poder de Netanyahu?
Sí, hay oposición. Pero es minoritaria y está muy debilitada. Hay gente valiente que denuncia lo que está ocurriendo y paga un alto precio por hacerlo. Pero la mayoría de la población israelí sigue apoyando la ofensiva, o al menos no la cuestiona. El miedo, la propaganda y el trauma del 7 de octubre lo condicionan todo. En cuanto a Netanyahu…, lleva décadas sobreviviendo políticamente. No subestimaría su capacidad para resistir. Aunque su liderazgo está más cuestionado que nunca.
¿Qué me puedes contar de los periodistas palestinos, informadores y víctimas a la vez?
Son el corazón de esta cobertura. Sin ellos no sabríamos casi nada. Trabajan sin apenas medios, sin protección, sin pausa. Han perdido compañeros, familiares, hogares… y siguen informando. Han sido asesinados cerca de 300 informadores. Lo que hacen es heroico. Y debería reconocerse mucho más. Ellos están pagando el precio más alto de esta guerra.
Y de los periodistas israelíes, ¿cómo es la relación con ellos?
Tengo colegas israelíes con los que comparto información y reflexiones. Algunos hacen un periodismo crítico, valiente, aunque lo tienen difícil en el contexto actual. Otros, la mayoría, están completamente alineados con la narrativa oficial. Es un ecosistema dividido, como el país. Pero en general, hay respeto entre nosotros, aunque no siempre compartamos enfoque o interpretación.
Estar en permanente exposición pública, a través de la pantalla de RTVE, pero también en redes sociales… ¿te condiciona para hacer tu trabajo? ¿Cómo te afectan las críticas, los insultos, las acusaciones de parcialidad?
Intento que no me condicionen, pero claro que afectan. Hay días duros. Las redes son un campo de batalla, donde el matiz desaparece y todo se reduce a etiquetas: pro-palestina, pro-israelí, traidora, manipuladora… Pero yo tengo muy claro para quien trabajo: para la audiencia. Y mi compromiso es con los hechos, con el testimonio, con las víctimas. No con las trincheras ideológicas.
FOTO: PROPIEDAD ALMUDENA ARIZA
Sé que no eres política, ni diplomática, pero conocer a fondo el problema palestino–israelí me anima a preguntarte… ¿hay solución posible?
Hay solución si hay voluntad, pero ahora mismo no la hay. Ni de un lado ni del otro. Ni en la región ni en la comunidad internacional. Lo que hay es una inercia de destrucción. Y muchos intereses en que nada cambie. Pero también hay gente que sigue creyendo en la justicia, en la convivencia, en una salida política. Y mientras exista esa gente, existe una posibilidad, por remota que parezca.
La vuelta de Trump a la Casa Blanca no ha hecho más que encarnizar y extender el conflicto. ¿Cómo ves, de nuevo, que el movimiento MAGA se haya hecho con el poder en USA, tú que has vivido allí durante años?
Es inquietante. Trump representa una visión del mundo que desprecia el derecho internacional, la diplomacia y la moderación. Y eso tiene consecuencias, especialmente en regiones tan volátiles como Oriente Medio. El apoyo incondicional a Israel, sin exigir rendición de cuentas, alimenta la impunidad. Y a nivel interno, en EEUU el regreso del trumpismo refuerza la polarización, el racismo y la desinformación. No es solo una mala noticia para Gaza, lo es para el mundo.
Almudena Ariza informando sobre el conflicto en Gaza.
FOTO: PROPIEDAD ALMUDENA ARIZA
Antes de este conflicto estuviste cubriendo la guerra en Ucrania. ¿Nunca has sentido la necesidad de abandonar? ¿De dónde sale tu fuerza y tu determinación para seguir informando en lugares que son verdaderos infiernos para la población civil?
Claro que he sentido miedo. Cansancio. Incluso rabia. Pero por encima de todo siento una enorme responsabilidad. En un mundo saturado de desinformación, discursos manipulados y bulos interesados, contar lo que ocurre con rigor y sobre el terreno es más necesario que nunca. No se trata solo de dar voz a las víctimas, sino de aportar contexto, datos y verdad en medio del ruido. Mi compromiso es con la información veraz, con el periodismo que contrasta, que incomoda, que ilumina. No estoy ahí por valentía, sino por convicción: porque creo que informar con honestidad es una forma de justicia.
Pekín, París, Nueva York, Jerusalén… La próxima parada, según hemos leído, es Bogotá. ¿Con qué expectativas vas a la capital colombiana? ¿Cuáles son las cuestiones en las que una corresponsal debe fijarse en este lugar?
Sí, inicio nueva etapa en Colombia y el área que abarca países como Venezuela, Perú, Panamá y Ecuador… Lo afronto con enorme ilusión. Es una región compleja, con enormes desafíos, pero también con muchas historias que merecen ser contadas. Desde la crisis migratoria venezolana hasta los conflictos territoriales, el narcotráfico, el posconflicto colombiano o el auge de los populismos. América Latina es un territorio lleno de contrastes y emociones. Allí también hay que escuchar, mirar, explicar. Con respeto. Y con ganas de entender.
Niña gazatí en busca de alimentos.
FOTO: JABER JEHAD BADWAN
La objetividad informativa de Almudena no impide, como ella dice, su compromiso con las víctimas. Llamar masacre a lo que es una masacre, y genocidio a lo que es un genocidio, le ha ocasionado muchos problemas en las redes sociales, donde los intolerantes y los amigos de Israel la acusan de ser una activista pro–palestina, cuando no directamente pro–Hamás. Algunos incluso pidieron que fuera relevada de la cobertura del conflicto. Almudena asegura que no se puede ser neutral ante la matanza de civiles. Por ella nos enteramos, además, de que poner “Gaza” en la red “X” está penalizado: Algunos me preguntáis por qué escribo G*za. No es un error: es una forma de esquivar el “shadowban” o “baneo en la sombra”. Las redes penalizan ciertas palabras, reduciendo la visibilidad de contenidos sobre el conflicto. El algoritmo no es neutral. Y nosotros no podemos permitir que nos silencie.

DIRECTORA Y GUIONISTA DEL DOCUMENTAL “ALMUDENA”

ARTISTA, CANTANTE, ACTRIZ, ACTIVISTA

SECRETARIO GENERAL DEL PSOE DE MADRID

ADMINISTRATIVA EN CCOO FUENLABRADA

ABOGADA

PORTAVOZ DE MÁS MADRID EN EL PARLAMENTO REGIONAL

DIRECTORA DEL TEATRO DEL BARRIO

CINEASTA

DIRECTORA DE ACCIÓN HUMANITARIA DEL COMITÉ ESPAÑOL DE LA UNRWA

EMBAJADOR DE PALESTINA EN ESPAÑA

SECRETARIO GENERAL DE LA CTAT DE BUENOS AIRES, ARGENTINA

MINISTRA DE MUJERES Y DIVERSIDAD DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES, ARGENTINA

SECRETARIO GENERAL DE CCOO

FOTÓGRAFO Y PERIODISTA

ESCRITOR CUBANO

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