“Cada persona que muere en la guerra deja una historia inconclusa”
Gervasio Sánchez lleva más de 40 años retratando el horror, la tragedia y la injusticia en conflictos armados de medio mundo. Junto al periodista y fotógrafo, galardonado recientemente con el Premio Pilar Blanco a la Comunicación Sociolaboral de CCOO Madrid, recorremos su emblemática exposición Vidas Minadas. El resumen de toda una vida dedicada a dar voz a las víctimas olvidadas de las guerras.
Dirección: Luis Lombardo. Texto: Eduardo Mesa. Fotos/ vídeo: Fran Lorente. Edición: Javier Barrio
“Cuando estás acostumbrado a ir de guerra en guerra, viendo lo que ves, los desastres de la guerra, los tambores de guerra permanentemente preparados, gente haciendo negocios, los gobiernos, incluso gobiernos progresistas haciendo negocios con las armas, empresarios, banqueros, dices, “bueno, ¿para qué sirve mi trabajo?”
La pregunta de Gervasio Sánchez rebota contra las paredes de la sala Picasso del Círculo de Bellas Artes donde observan ojos traspasados por el horror y la esperanza. Miradas envenenadas de barbarie que todavía son capaces de sonreír. Y contestan. La respuesta está en todas esas miradas reflejo de tantas peripecias vitales. Son las vidas olvidadas que él ha hecho universales. Son las Vidas Minadas que acompañan cada paso de este fotógrafo y periodista. Como infinitas muescas en su propia biografía. Como un recuerdo indeleble. Como esa familia “universal” que te abraza a miles de kilómetros.
25 años de Vidas Minadas, un trabajo que se ha convertido en parte indisoluble de tu propia biografía.
Este trabajo se ha convertido en el anclaje moral y ético que yo necesito para seguir creyendo en el periodismo, para seguir creyendo en las instituciones y para seguir creyendo en la ciudadanía. Al final los protagonistas de Vidas Minadas se han convertido en mi familia universal, que me sirve para seguir creyendo que vale la pena trabajar en el periodismo, al menos para que no se olviden las historias de las víctimas.
Quizá seas de los pocos que le ha puesto cara a las víctimas de las minas antipersona cuando a menudo los medios de comunicación presentan la guerra casi como un videojuego.
El problema grave de los medios de comunicación es que solamente tratan las historias mediáticas y la historia mediática ni siquiera está promocionada por los propios medios de comunicación. Son las agendas políticas las que dirigen los medios de comunicación. Hoy en día hablamos de Gaza y bajamos el listón en Ucrania, como Ucrania permitió sepultar a Afganistán. Pero hay guerras en estos momentos en Sudán del Sur desde hace un año, una matanza tremenda y un montón de gente muriendo por hambre en Malí, en Burkina, en Timor Oriental.
“Llevamos toda la vida matándonos porque la guerra es un gran negocio”
Hemos perdido la batalla, la batalla política, la batalla de la ciudadanía y la batalla de todo el mundo. Hay medios que dicen que “somos de referencia”. Yo me río cuando escucho esta palabra porque el medio de referencia lo que hace muchas veces es ajustarse a los intereses de su partido favorito, de su banquero favorito y de sus empresas favoritas.
Gracias a Vidas Minadas las víctimas tienen nombre y apellido.
Una de las razones por las que yo me planteé documentar historias con nombres y apellidos es porque en 1995, cuando empecé este proyecto, estaba cansado de informar de muertes, de guerras, en forma de ceros. Los muertos eran anónimos, personas que no tenían ni nombre ni apellido, simplemente lo que hacíamos era multiplicar la cifra de muertos. 10.000 muertos el primer año de guerra, 20.000 muertos el segundo año de guerra, 30.000 muertos en el tercer año de guerra.
Entonces llegué a la conclusión de que era muy importante mostrar a las víctimas con nombre y apellidos, porque uno de los problemas principales que tenemos los ciudadanos es que creemos que las víctimas no tienen historias, son anónimos y toda persona que muere en una guerra tiene una historia. Ya sea en Ucrania, el ucraniano o el ruso, o en estos momentos en Gaza, o los muertos por las incursiones terroristas de los miembros de Hamás. Cada persona que muere en la guerra deja una historia inconclusa.
“Creemos que las víctimas son anónimas, pero toda persona que muere en una guerra tiene una historia”
Cada vez que he visto como a un niño o a un joven lo tiraban a una fosa común en Sudán, o en Somalia, o Liberia, o en Congo o Sierra Leona, he pensado que, algún día, este niño en el futuro, si no hubiera muerto hoy, podría haber sido un gran escritor, un gran cineasta, un gran político no corrupto, alguien que hubiera inventado la vacuna contra una de las enfermedades olvidadas de África.
Lo que hice fue nombrar a un montón de personas que yo conocía, con nombres difíciles de pronunciar y fáciles de olvidar, que habían sido víctimas de las minas. Vidas minadas está hecho en nueve países del mundo, tres asiáticos: Afganistán, Irak y Camboya. Dos africanos: Mozambique y Angola. Tres latinoamericanos: El Salvador, Nicaragua, Colombia y uno europeo, Bosnia Herzegovina.
Los estragos que provocan las minas duran toda la vida.
Yo empecé este proyecto en 1995 y llevo trabajando con él 30 años. Algunos protagonistas tenían 14 años y acababan de ser heridos por minas. Hoy superan los 40 y siguen siendo víctimas de las minas. Si le faltan las dos piernas como a Sofía, tiene que cambiar de prótesis cada cierto tiempo. Una herida de mina, si sobrevives a la explosión (porque la hermana de Sofía, por ejemplo, murió con 8 años), es para toda la vida. El tema de las minas es muy grave. Las víctimas podríamos ser cualquiera de nosotros.
Busqué historias personalizadas. En algunos casos me las encontré delante. Adis el día anterior de hacer la foto casi lo mata una mina, a Sokherum, en Camboya, le cortaron la pierna delante de mí. Y está el caso de Joaquina, una señora que iba al mercado a vender lo que había podido cosechar y una explosión de la mina la hirió, la dejó sin pierna, mató a su hija de 14 años, mató a su hermana de 16 años y, posteriormente, su marido la abandonó y se fue. Esas son las consecuencias de una mina que explotó en 1989 y que hoy, en 2024, sigue sufriendo esta mujer que sigue viva con más de 70.
“Cuando veo a un joven tirado en una fosa común pienso lo que podría haber sido en el futuro si no hubiera muerto hoy”
¿Cómo se puede recomponer una vida minada? ¿Hay lugar para la esperanza?
Se recompone porque los seres humanos que más sufren son los más capaces de levantarse del desastre. Lo que yo admiro de estas personas, por ejemplo de Joaquina, es que en estos momentos, cada día, tenga malaria o tenga fiebre o esté cansada, se va a andar cinco kilómetros para recoger la cosecha de maíz con la que come cada día.
Sofía acabó la secundaria. Recorría 9,6 kilómetros ida y vuelta en silla de ruedas para ir donde estudiaba. Una chica que pierde con 11 años las dos piernas, que una mina mata a su hermana María, con ocho, es capaz de llegar a las puertas de la universidad.
O Manuel Orellana. Tres de sus cuatro hijos han llegado a la universidad y él perdió las dos piernas recogiendo café cuando quedaban 15 días para que acabara la guerra de El Salvador. Esa es la gran fuerza del ser humano.
Son personas que han demostrado una gran fortaleza. Son personas inquebrantables que luchan por sobrevivir en circunstancias muy duras y situaciones muy complejas. Siguen teniendo la fuerza de seguir creyendo positivamente en la condición humana. A mí me sirven como estímulo para seguir trabajando.
La inmensa mayoría de gente que he conocido en mi vida profesional en 40 años, en más de 25 conflictos armados, es gente que prefiere matar antes que morir. Muy rara es la persona que yo haya conocido que prefiera morir antes que matar. Pero también es verdad que en el mismo desastre de la guerra aparece lo mejor del ser humano y estas personas son mi anclaje moral para seguir creyendo en el ser humano.
“La mayoría de gente que he conocido en mi vida profesional prefiere matar antes que morir”
¿Sigues manteniendo contacto con ellos y ellas, a los que llamas tu “familia universal”?
Es verdad que los años no pasan en balde y uno se va haciendo mayorcito, pero estoy seguro de que habrá Vidas Minadas 50 años porque la vida de estas personas continúa. Yo cada vez que vaya al Salvador visitaré a Manuel. Cada vez que vaya a Mozambique, visitaré a Sofía.
Prácticamente hablo todos los días con Mónica, a la que quiero muchísimo porque es casi como una hija para mí, porque van a pasar cosas importantes en su vida y quiero estar al tanto. O con Sofía que me llama papá, cuando me manda un mensaje me dice “papá”. Y le ha puesto a su último hijo mi nombre, Gervasio, algo que me ha hecho mucha ilusión.
Después de conocer el horror de cerca, ¿has llegado a perder la fe en el ser humano?
Lo peor no es cubrir la guerra. Quienes conocemos la guerra sabemos lo que significa, es el mayor fracaso de una sociedad. Cuando estalla una guerra, las consecuencias se van a sufrir durante décadas. En estos momentos, en los Balcanes, en Croacia, en Bosnia, ya no hay guerra. Pero sigue habiendo comunidades que viven de espalda unas a otras.
Yo sé que en la guerra voy a encontrar matanzas, masacres, voy a encontrarme a niños que matan, niños que violan, niños que cortan brazos, niños incluso que han matado a sus padres, posiblemente obligados a matar a sus padres. Y cuando llegas aquí, a una sociedad como esta, te encuentras que hay una especie de pasividad generalizada donde solamente sale la gente a gritar “No a la guerra”, cuando se pone de moda, como en 2003. En 2024 no sale ni dios a gritar “No a la guerra”.
Este es el sistema en el que estamos viviendo, en el que hay una gran pasividad por parte de la opinión pública y esto hace que todas las cosas cada vez sean más complejas. Y algo muy importante, los jóvenes, que no reciben la información adecuada ni en los institutos ni en las universidades.
“España está en la Champions League de la venta de armas. Es una vergüenza”
Acusas a nuestros gobernantes de ser cómplices de todo lo que está pasando.
Es una vergüenza. Una vergüenza total que gobernantes de todo tipo de ideologías en este país, incluso los que tantas veces patalean en la oposición, cuando llegan a los salones del poder se transforman en los defensores a ultranza de los negocios de las armas. Nos han convertido en la sexta potencia del mundo en la venta de armas. Estamos en la Champions League de la venta de armas. Es un gran ejercicio de cinismo de unos niveles vergonzosos.
¿Qué foto le queda por hacer a Gervasio Sánchez?
A mí no se me ha perdido nada en la guerra. Nada. Yo vivo en Zaragoza. Mi peor momento es dar al piso cero en el ascensor de mi casa e irme con 60 kilos de peso a un lugar alejado a miles de kilómetros para ver, desde el momento que llego, atrocidades, brutalidades, historias destrozadas, ¿qué se me ha perdido a mí en la guerra?
Me encantaría hacer la fotografía del fin de la guerra, “la guerra ha terminado” pero soy muy consciente de que es imposible porque los humanos llevamos matándonos desde hace 15.500 años. Existen pruebas antropológicas en restos humanos de una matanza ocurrida en el Paleolítico Superior, en el norte de Sudán. Un grupo humano asesinó a otro grupo humano en el que había mujeres y niños. Llevamos toda la vida matándonos, porque la guerra es un gran negocio. ¿Por qué vamos a estimular la paz si estimulando la guerra ganamos más dinero?
La foto de la paz no la voy a poder hacer en mi vida.