Es uno de los grandes nombres de las letras latinoamericanas y candidato al Premio Nobel de Literatura. El maestro cubano de la novela negra visitó la sede de Comisiones Obreras de Madrid para presentar su última obra, Personas decentes. En una amena charla hablamos de la vida, el poder de las palabras y el compromiso. Y, cómo no, sobre Cuba, el gran escenario de su literatura.
Dirección: Luis Lombardo. Texto: Eduardo Mesa. Fotos: Fran Lorente, Iván Jiménez, Raúl Prado (cortesía Tusquets Editores)
Leonardo, de nuevo en España. ¿Qué país se ha encontrado?
Yo vengo con mucha frecuencia a España. Tengo aquí mi editorial, tengo instituciones culturales con las que trabajo, como el Instituto Cervantes o Casa de América. Aquí están algunas de las productoras de cine con las que he trabajado, como Tornasol o Morena Films.
Además, tengo la ciudadanía española desde el año 2010. Y eso me facilita poder hacer toda una serie de actividades aquí en el país y fuera de España también, porque el pasaporte europeo me ayuda mucho.
De todos modos yo vengo a España, no vivo en España. Y siempre he tenido el cuidado de no hablar públicamente de realidades de los países en los que no vivo. Ahora mismo en España hay una situación política complicada con un presunto caso de corrupción de una figura política y eso tiene alterado el país. Está, por otra parte, todo lo que ha colgado después de las elecciones con respecto a Cataluña. De esas cosas yo tengo alguna opinión, pero no me atrevo a expresarla porque no conozco todos los pormenores y lo más probable es que me equivoque, que sea injusto o que sea superficial.
Ahora que se discute tanto sobre patrias y pertenencias, ¿qué supone para usted ser ciudadano español por Carta de Naturaleza desde 2010? ¿Cómo se armoniza esa doble nacionalidad?
Es una situación muy favorable, porque un pasaporte español me facilita mucho la vida. Es decir, en la vida práctica me ayuda mucho tener la doble ciudadanía. Y por la parte de mi trabajo también. Aunque no determina mi creación, porque mi creación sigue siendo la de un intelectual cubano que intenta reflejar la realidad de su país y hacerlo de la manera más abierta, más libre, más universal posible.
Y venir a España me ayuda mucho en esa posibilidad, porque aquí tengo editores, tengo productores con los que estoy trabajando fundamentalmente. En Cuba la situación económica y creo que un poco de falta de voluntad o bastante falta de voluntad hace que mis libros se impriman poco y mal o no se impriman. Entonces dependo de mi editorial española para que los libros circulen en lengua española, que es el ámbito más cercano para mi literatura.
Madrid siempre le ha acogido con los brazos abiertos y ha sido escenario de varias de sus presentaciones de novelas. ¿Qué relación le une con nuestra ciudad?
Madrid se va convirtiendo en la ciudad más amable y más agobiante en la que puedo estar. Amable porque soy capaz ya de decirle a los taxistas por dónde tienen que ir en un determinado recorrido.
Y agobiante porque tengo infinidad de compromisos. Entre actividades propias del trabajo y las relaciones sociales, o las visitas a la gran cantidad de amigos cubanos y españoles que tengo en Madrid, me impide disfrutar plenamente de las maravillas que tiene la ciudad. Pero me siento muy cómodo porque ya es un territorio que físicamente domino.
Hace unos días presentó su novela en nuestra casa, Comisiones Obreras de Madrid, ¿qué recuerdo se lleva de ese momento?
Realizar una presentación en Comisiones Obreras, por supuesto, tiene un contenido adicional, pero fundamentalmente con lo que me voy es con el afecto, el calor y la concurrencia de lectores. Esa sala llena para cualquier escritor es una gran satisfacción. Me sentí muy cómodo y le agradezco a los organizadores de esta presentación que la hayamos podido hacer.
Todo el mundo sabe que soy un escritor cubano (aquí la doble nacionalidad no influye) y esa relación con los lectores es una manera de sentir que se ha hecho bien el trabajo y que ese trabajo ha llegado al mejor destino posible, que es que el libro acabe en manos de los lectores.
“Realizar una presentación en Comisiones Obreras tiene un contenido adicional”
Algunos dicen que la verdadera patria es la infancia. Para usted la lengua española es mucho más que un vehículo para expresarse, también considera que es su patria.
El escritor lo único que tiene para hacer su trabajo son las palabras. Y las palabras pertenecen a un idioma. Un idioma es una parte esencial de una cultura, de una manera de entender el mundo, de vivir la vida, de entender la realidad.
Yo vivo en la lengua española. En términos de lingüística hay una norma latinoamericana, dentro de esa norma latinoamericana hay una norma caribeña, después una norma cubana, más tarde una norma habanera. Y yo escribo en habanero. Pero todo esto está dentro del universo de la lengua española. Soy miembro de la Academia Cubana de la Lengua y miembro honorífico de las de Puerto Rico, Panamá, México y Costa Rica. Es decir, tengo responsabilidades académicas con la lengua y es un territorio en el que el que vivo, en el que me expreso, porque ahí está toda esa capacidad de poder expresar lo que uno piensa, lo que uno siente, lo que piensan y sienten los personajes a través de un idioma maravilloso que es la lengua castellana.
Nunca ha salido de su barrio de La Mantilla ni de la casa en la que nació. Allí sigue escribiendo, ¿qué queda de aquel niño de ese barrio habanero en el Padura escritor?
Muchísimo. El hecho de que vive en la misma casa y de que afortunadamente todavía tenga ahí el origen de esa casa que es mi madre. Mi padre falleció hace diez años, pero a mi madre todavía la tengo ahí con 96 años, totalmente lúcida y activa. Me ha dado una relación sentimental muy importante con ese lugar y también con el espacio físico de esa casa que está en el barrio donde yo viví. Me pasé toda mi infancia jugando béisbol, donde conocí a mis primeros amigos, donde empecé a entender la vida desde muchas perspectivas.
Por ejemplo, siempre hablo de la masonería. Mi padre era masón, fundador de la logia que está ahí en el barrio. En el año 52 fundaron esa logia antes de que yo naciera y todo eso está ahí, en ese territorio cercano de mi barrio, de mi casa, que es el lugar del mundo en donde yo me siento más la persona que soy.
“Mi barrio, mi casa, es el lugar del mundo en donde yo me siento más la persona que soy”
Su trabajo como periodista es imprescindible para entender al autor Padura. ¿De qué manera influyó en su escritura?
Creo que haber hecho periodismo cultural primero y haber hecho periodismo reporteril después fue muy importante en mi desarrollo profesional. El periodismo cultural me acercó a un conocimiento de un concepto específico del desarrollo de la cultura cubana más contemporánea. Esa cultura que no se estudia en la universidad; en la universidad se estudia lo que ya está canonizado. Pero hay una literatura viva, en acción, un teatro, una música que conocí como periodista cultural.
Y luego los años ya como como reportero, fundamentalmente hice largo reportaje de carácter cultural, investigativo, histórico, que me permitieron un mayor conocimiento de esa historia no oficial cubana y a la vez fue un período de trabajo en el que pude ensayar estructuras, lenguajes, estrategias de comunicación que me fueron muy útiles en mi desarrollo como escritor.
Y nunca he abandonado el periodismo. Primero trabajé en una revista cultural, después en un periódico, después volví a otra revista cultural durante 15 años. Dejé la profesión como forma de ganarme la vida, pero nunca me he desvinculado del periodismo. Durante todos estos años he estado colaborando con una agencia de prensa Inter Press Service (IPS) y ahora mismo soy uno de los colaboradores fijos de El País en uno de los espacios más importantes del periódico que es la Tribuna de Opinión, donde publico una vez al mes.
¿Qué papel considera que tienen el periodismo y los medios de comunicación hoy en día? ¿Es posible informar en libertad, al margen de poderes económicos y políticos?
Ahora mismo hay dos tipos de periodismo: el periodismo tradicional y el periodismo que se hace por canales digitales. En ese periodismo de canales digitales hay mucha mayor libertad, pero también hay mucha mayor anarquía. En ese ámbito la jerarquización del trabajo no tiene la misma condición que en el periodismo tradicional. Muchas veces no está contrastada la información, no pasa por manos de un redactor jefe, que es una estructura importante en el periodismo tradicional.
En ese periodismo tradicional, los periódicos tienen un carácter político, ideológico, económico, que guía y que reduce los espacios posibles de opinión de muchas personas. De todas maneras, hay gran variedad de periódicos y esa gran variedad de periódicos permite que uno encuentre, si lo busca, el espacio más adecuado a una manera de querer informar. Muchas veces no te queda más remedio que entrar en un medio con el que incluso tú, ideológicamente, políticamente, no estás de acuerdo pero no te queda más remedio que aceptar la política editorial, aunque no sea tu política personal, porque es una forma de vivir, es una forma de ganarte la vida.
¿La novela negra es la mejor herramienta para criticar la sociedad?
Se le ha dado la responsabilidad a la novela negra de ser la novela social de la contemporaneidad y creo que eso puede convertirse en una camisa de fuerza. Cualquier elaboración literaria de la realidad tiene que partir de esa libertad de poder elegir cuáles son tus preferencias, tus necesidades. La novela negra, por supuesto, como tiende a reflejar el lado más oscuro de una realidad, tiene ese camino hacia la novela social mucho más abierto, pero no creo que se le deba atribuir obligatoriamente un carácter social a la novela negra.
En mi caso sí lo tiene. En mi caso tiene un carácter social, un carácter de crónica de la vida, que habla de un ciudadano que observa y trata de fijar los momentos de una realidad. Y me siento muy cómodo con esa posibilidad de dar una mirada a la sociedad desde mi trabajo como escritor, como novelista.
¿Cuál es la mezcla justa entre el talento y el esfuerzo para parir una buena novela?
Creo que el matrimonio perfecto es el talento y el esfuerzo. Las dos cosas. Uno trata siempre de escribir el mejor libro de que es capaz y a veces el talento te acompaña, a veces no, pero lo que siempre te tiene que acompañar es el trabajo, el esfuerzo, la disciplina y la capacidad de retarte a tí mismo como escritor, para ser capaz de escribir lo mejor.
“A veces te acompaña el talento, a veces no, pero siempre debes tener trabajo, esfuerzo y disciplina”
Literatura y compromiso. ¿Es posible ser escritor sin tomar partido? ¿Hay literatura sin compromiso?
Bajo el sombrero del compromiso se han hecho muchos disparates y se le ha exigido a la literatura hacer cosas que a veces no son sus funciones. El escritor tiene que ser un ciudadano comprometido con su tiempo, con su realidad, pero no obligatoriamente con una militancia política. Creo que si tú perteneces a un partido de disciplina vertical en el que se dice cómo es tu relación con la realidad a partir de las directivas del partido eso te limita como escritor.
La libertad del escritor tiene que estar por encima de cualquier militancia política y su compromiso debe ser con la realidad, con la verdad, con la literatura, un compromiso mucho más abierto que al final es de carácter ideológico, pero no necesariamente ideológicamente partidista.
¿Cómo se lleva la etiqueta de ser “el escritor cubano de mayor proyección internacional”?
A veces me la endilgan, pero yo sigo siendo o trato de seguir siendo la misma persona que he sido siempre. Tengo un compromiso ético y profesional que cumplo en todas las cosas de mi vida y trato de que esa etiqueta no sea un parche en los ojos y me haga ver la realidad de otra manera.
Ha estado entre los candidatos al Premio Nobel de Literatura. ¿Le da vértigo imaginárselo?
Eso ni lo pienso. Sí alguna vez pasara, que ni lo sé ni lo espero, pues pasará. Pero pensar en eso no es nada bueno en ningún sentido, porque lo más que te puede pasar es que te decepcione o te frustre si esperas que alguna vez te den el premio. Está ahí, te toca o no te toca. Y cada vez es más aleatorio.
Cuando ganó el Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015 el jurado destacó su libertad, su independencia y su firme temperamento ético. ¿Son las líneas maestras de la obra y también de la vida de Leonardo Padura?
Espero que sí. Es la opinión de un jurado que redactó un acta que se lee en la entrega del premio y creo que lo que hicieron fue leer mi obra y leer mi actitud, mi comportamiento. Ojalá yo sea capaz siempre de mantenerme a la altura de esa consideración.
“Hoy Cuba es una fotografía en blanco y negro con figuras que se difuminan”
Hablemos de Cuba, ¿qué fotografía puede hacer de su país, Leonardo?
Ahora mismo es una fotografía en blanco y negro en la que las figuras se están difuminando. Es una foto que se está borrando. Es una realidad muy dura ahora mismo. En estos días se ha anunciado que, por ejemplo, la distribución de pan se verá afectada porque no hay suficiente harina en el país y se está viviendo un momento muy difícil para la gran mayoría de la población cubana, con una inflación terrible que ha empobrecido a la mayoría de la gente.
Los pensionistas la están pasando muy mal porque sus jubilaciones no les alcanzan ni para empezar a vivir. La economía está en una espiral descendente que no se sabe cuándo se va a detener y lo único que se mantiene es la retórica del discurso, de que hay que resistir, de que hay que seguir luchando, de que hay que producir. Pero la realidad va por otro camino. Es como si el discurso oficial y la vida cotidiana de la gente fueran de dos países diferentes y eso causa una especie de frustración en cuanto a la posibilidad de pensar en soluciones cercanas.
¿Cuál es la mayor grandeza del pueblo cubano?
Hay que tener esperanza en que pueda cambiar el panorama. Lo que pasa es que la inflación también ha puesto la esperanza a unos precios que está casi inalcanzable. La gente se siente muy agotada, muy cansada. La mayoría de los que salen de Cuba, y están saliendo muchas personas de Cuba que son jóvenes, no quieren esperar a ese futuro que les prometieron a sus abuelos, que les prometieron a sus padres, que nunca llegó y que no creen que pueda llegar.
Hace años decía que España había perdido protagonismo en las relaciones con Cuba. ¿Cómo valora la interacción entre los dos países en la actualidad?
Yo creo que funciona bastante bien. Lo que ocurre es que con la crisis económica cubana, cuesta mucho trabajo mantener una relación mucho más dinámica. La solución no va a venir de España, la solución tiene que venir desde dentro de Cuba para facilitar que un país como España pueda tener una relación más dinámica con Cuba.
“La lectura es la mejor escuela de escritura que existe”
Mario Conde, el detective, su gran personaje, es el perfecto cronista de la realidad cubana. ¿Ha cambiado el personaje a lo largo de los años al ritmo de la vida política y social de la isla?
Sí, Mario Conde ha evolucionado en todos los sentidos. Primero, una evolución física personal. Empezó teniendo 35 años y ahora anda por encima de los 60. Está viviendo lo que él llama la cuarta edad. Dice “Bueno, si acaso puedo llegar a los 80 años, ya tengo más de 60, así que me queda un cuarto de vida”.
También ha sido testigo de toda la evolución de la vida cubana. Las novelas arrancan en el año 1989 y llegan hasta el 2016 la más reciente y en todo ese proceso, en todo ese tiempo que ha pasado Mario Conde, ha ido reflejando la vida social cubana desde su perspectiva y desde una perspectiva muy generacional. Y creo que sí, que ha dado indicaciones de cómo ha ido cambiando la realidad, porque de la Cuba del año 1989 a la del 2016 pues han ocurrido muchísimas, muchísimas cosas, aunque a veces se tenga la percepción de que todo sigue igual.
En este juego que siempre se establece entre personaje y autor: ¿Quién quisiera parecerse más a quién, Padura a Mario Conde o Mario Conde a Padura?
Hay muchas cosas en las que nos parecemos y hay coyunturas en las que yo quisiera parecerme más a Mario Conde y creo que hay otras en las que a él le gustaría parecerse más a mí. Creo que tenemos una relación casi dialéctica en la que nos vamos prestando cosas y nos vamos debiendo cosas también.
¿Y qué podemos decir de Tamara, una presencia femenina que gravita sobre gran parte de su obra? ¿Se enamoraría usted de alguien como Tamara?
Tamara es la novia de Mario Conde. No puedo hacer el feo de decir que me quiero enamorar yo también de ella (risas). A los amigos hay que respetarlos. Tamara es una persona mucho más sosegada que Mario Conde y le da equilibrio y sentido a su vida. Con todos los desastres que es la vida de Conde, Tamara le da un punto de peso de gravedad para que tenga una vida un poquitito más coherente.
Personas Decentes, su última novela, es quizá la más policíaca y la más habanera de toda su producción. ¿Qué se pueden encontrar los lectores en esta última aventura de Mario Conde?
Habla de dos momentos históricos muy peculiares de la vida del país. Los primeros años de la república después de la independencia y ahora una etapa más reciente en la que hubo una gran movilidad en la sociedad cubana. Muestra cómo muchos de los sueños que se forjaron antes se han ido frustrando después a lo largo del camino.
Para terminar, ¿qué consejo le daría a ese joven o esa joven que ahora mismo emborrona papeles y sueña con ser escritor o escritora?
Que lea mucho. Hay que leer. La lectura es la mejor escuela de escritura que existe. Las demás llegan o no llegan, pero la lectura es imprescindible.