Schneider Griñón, luchar hasta el último minuto
Después de dos años de lucha la plantilla de Schneider se ha convertido en un referente de cohesión y compromiso sindical. Amenazados por el cierre de la fábrica no solo pelean por sus puestos de trabajo. También para defender la industria del sur de Madrid frente al acoso de las políticas neoliberales y las deslocalizaciones.
Dirección: Luis Lombardo. Texto: Eduardo Mesa. Vídeo: Fran Lorente, Javier Barrio. Fotos: Fran Lorente. Edición vídeo: Javier Barrio
A ratos la conversación con César Serrano, presidente del comité de empresa (CCOO) de Schneider Griñón, se dificulta por el estruendo de los camiones que pasan a toda velocidad a nuestro lado y el silbido del viento. Hace frío a los pies de la carretera, en las orillas de una fábrica que se desangra día a día. La dirección de la planta nos ha negado el acceso a sus instalaciones en un nuevo ejercicio de opacidad y la charla tiene lugar a las puertas de la factoría.
Detrás de la valla donde nos encontramos trabaja una plantilla “muy competitiva” que batalla sin flaquear contra oscuras estrategias globales y deslocalizaciones indecentes. Lo que dentro se desmantela poco a poco, se defiende con ahínco fuera. Camiones y coches hacen sonar sus cláxones de apoyo al distinguir el uniforme fluorescente del personal de Schneider y vuelan las sonrisas de ánimo. También los puños en alto. La lucha de los trabajadores y trabajadoras de esta fábrica ya es un símbolo más de resistencia. De pelea y dignidad. “Nuestra bandera es la pelea sindical. Y eso lo hemos tenido claro todos los trabajadores y trabajadoras de aquí. No solo se trataba de defender nuestros puestos, sino también los puestos que dependen de nosotros y sobre todo defender una industria, la zona sur de Madrid, que ya está muy tocada por años y años de deslocalizaciones y destrucción de tejido industrial”, argumenta César.
“Nuestra bandera es la pelea sindical”
En septiembre de 2021 empezaba la pesadilla para una plantilla que recibía con perplejidad la noticia de las intenciones de Schneider Electric de deslocalizar una parte de su producción en Griñón y trasladarla a la localidad italiana de Stezzano. La multinacional francesa, líder en la transformación digital de la gestión y automatización de la energía, lleva asentada en la comarca sur de la Comunidad de Madrid medio siglo y emplea a más de 180 hombres y mujeres, además de sostener la actividad auxiliar de una treintena de empresas.
Tan solo dos meses antes de este inquietante anuncio, la propia dirección de la planta había asegurado al comité de empresa que la viabilidad de la misma estaba asegurada y que tanto la plantilla como las cargas de trabajo y la producción respondían a los planes previstos. “Somos una empresa altamente cualificada que da un servicio excelente y a nivel local e ibérico somos una planta muy competitiva”, explica Serrano.
La multinacional gala se resistió a dar explicaciones de los motivos de este cambio de rumbo hacia la deslocalización, incomprensible a todas luces, alegando únicamente razones de “estrategia” del grupo. Para la plantilla quedó claro desde ese primer momento que esos “motivos de geoestrategia” escondían un plan para cerrar definitivamente la planta y concentrar la producción en grandes empresas diseminadas por Europa. Una “estrategia comercial” sin justificación alguna que supone, como advierte el personal de Schneider, perder el mercado local y buena parte del internacional, pues esta factoría altamente competitiva nutre también a países del continente americano y de África. “Hemos estado dos años movilizándonos, exigiendo un plan industrial que garantizase la viabilidad, porque desde el principio sospechábamos que lo que había detrás de esa deslocalización, era un intento de cerrar nuestra planta, como así se ha cumplido con el paso del tiempo”, constata César Serrano.
A principios de 2022 los trabajadores y trabajadoras de la fábrica de Schneider Griñón comenzaban una dura batalla que les ha llevado a tocar la puerta de todas las administraciones implicadas, desde el Ministerio de Industria hasta la Comunidad de Madrid pasando incluso por la embajada francesa “para denunciar cómo se comportaba una compañía de capital francés”. Su protesta ha inundado las calles de la capital en varias ocasiones y ha recorrido diferentes poblaciones del sur de la región, además de Griñón. En estos dos años la plantilla ha secundado mayoritariamente hasta 25 huelgas (tanto parciales como de 24 horas). “Lo que hemos conseguido después de estos dos años es un nivel de conciencia elevado dentro de nuestra empresa y la gente se va con una sensación muy potente de que no solo están luchando por sus derechos, sino por los derechos de todos”, sostiene el presidente del comité de empresa de la planta.
La fuerza de CCOO
“Comisiones Obreras se ha ganado a pulso el respeto de todos los compañeros. Hemos demostrado que somos gente trabajadora, gente a la que no les ha temblado la mano a la hora de movilizarnos y de enfrentarnos a la empresa. Es un trabajo no solo honrado, sino ideológicamente y sindicalmente impecable”, sostiene César Serrano. Una labor indispensable para plantar cara a la “desvergüenza” de la empresa francesa que se sustenta en una trayectoria de más de 15 años como sindicato único en el comité.
“Comisiones Obreras se ha ganado a pulso el respeto de todos los compañeros”
“La unión que hemos entablado aquí con los compañeros después de muchos años ha sido increíble. La verdad es que es como una segunda familia. Nos hemos apoyado en una situación que nos está afectando a todos en general”, nos cuenta Laura Benítez, líder de una cadena de montaje, 16 años en la empresa. Pedro Perona, trabajador en el sector de cableado de armarios, nunca había vivido algo semejante. “Me llama mucho la atención. Nunca había vivido estos movimientos y la verdad que el apoyo de la gente ha sido una maravilla. Tanto grupos de pueblos de los alrededores, ayuntamientos, Comisiones, todos se han involucrado desde el principio”.
A las puertas de esta fábrica amenazada por el apetito insaciable de las políticas neoliberales fomentadas por el gobierno regional no se pierde la esperanza, a pesar del duro golpe recibido a finales de 2023. En ese momento la dirección de la empresa hacía pública su decisión de cesar la actividad de la factoría, con el traspaso de diferentes procesos a otras plantas durante 2024 y hasta mediados del 2025. A partir de esa fecha el futuro de los más de 180 trabajadores y trabajadoras es una incógnita.
“Nos hemos implicado al 100%. No entendemos cómo nos están haciendo esto”
Para una plantilla que se ha dejado la piel durante tantos años convirtiendo a Schneider Griñón en un referente del tejido industrial del sur de Madrid es muy difícil entender los motivos que llevan a la multinacional a paralizar su actividad y destruir sus puestos de trabajo. “¿Qué le diría a los responsables de la empresa? Que somos gente muy implicada, muy profesional. Que sean más humanos, más humildes. Les hemos sacado el trabajo hasta el último momento. Nos hemos implicado al 100%. Y que nos estén haciendo esto. No se entiende”, relata Laura sin poder contener las lágrimas de rabia.
“No es justo lo que están haciendo. Aquí hay potencial para poder sacar la producción que nos han ido trayendo todos los años. Han sido trabajos especiales, todo tipo de trabajo que les hemos sacado y al final son muchos años, mucha experiencia y estamos preparados para lo que sea”, añade Pedro.
Dos meses después del fatídico anuncio las negociaciones del expediente de regulación de empleo de Schneider Griñón están en el ecuador, pero la lucha continúa y continuará…hasta el último minuto. “Vamos a seguir peleándonos para intentar mantener la actividad aquí en este año y medio. Creo que se puede revertir, vamos a seguir luchando para que comprendan que Schneider se tiene que quedar y estoy sinceramente convencido que lo vamos a conseguir”, afirma rotundo César Serrano.
Revertir la situación
Pocas empresas han reflejado como Schneider el espíritu de lucha sin fisuras y la cohesión inquebrantable de una plantilla decidida a defender hasta el final sus puestos de trabajo. La factoría de Griñón es el mejor ejemplo de la necesidad de la lucha sindical para hacer frente a las políticas neoliberales y es espejo para trabajadores y trabajadoras que hoy en día no bajan la guardia ante el acoso de los poderes económicos y políticos. Porque en Griñón no solo se pelea por salvaguardar cientos de puestos de trabajo, hay mucho más en juego.
“La Comunidad de Madrid no tiene un plan industrial y eso favorece la impunidad de las empresas”
“Aquí hay varias variables que van más allá de lo que puede suponer el cierre de una planta. La más directa es la parte geográfica, porque estamos hablando del sur del sur de Madrid. No solamente hay un desequilibrio territorial entre el norte y el sur en la Comunidad de Madrid, sino que tiene que ver también con que dentro del sur de Madrid Griñón no tiene ningún tipo de actividad industrial”, asegura Eduardo Antón, secretario general de la Federación de Industria de CCOO Madrid.
El desmantelamiento de la planta de Griñón puede ocasionar un demoledor efecto en cadena sobre las más de 30 empresas auxiliares que se nutren del trabajo de la factoría de Schneider. Como advierte Antón, lo que se dirime en este momento es el modelo económico e industrial de la Comunidad de Madrid y su encaje en el marco estatal.
El gobierno regional carece de un proyecto industrial para Madrid, lo que favorece y fomenta la impunidad de las grandes multinacionales que, sin control alguno, cierran empresas solventes amparadas en oscuras decisiones geoestratégicas. “Las empresas deberían de tener, como ocurre en otros países europeos, un compromiso de qué se hace con las plantillas y con los terrenos que se dejan de utilizar por una decisión política”, afirma Antón.
La salida de Schneider de nuestra región responde a una voluntad política. Cuando hablamos de defender el tejido industrial países como Francia o Alemania tienen una posición mucho más firme que el gobierno español o el ejecutivo madrileño en particular, donde resulta más fácil eludir responsabilidades. Además, no son pocos los que ven en la maniobra de la multinacional francesa un intento de castigar a un centro “muy combativo, muy reivindicativo, uno de los mejor organizados a nivel sindical del país”, sostiene el secretario general de la Federación de Industria.
“Mientras haya una posibilidad de que la empresa revierta su decisión vamos a ir a por ella”
Comisiones Obreras apuesta por “explorar” todas las opciones existentes de que la firma francesa reconsidere su política. “Creemos que existe una posibilidad de que la empresa revierta su decisión, vamos a apostar por ella y vamos a revertirla. Y se puede. Estamos en un momento en que la transformación hacia la electrificación del automóvil puede provocar que haya un mercado de electrolineras en el que Schneider Griñón puede encajar perfectamente”, explica Antón.
En el caso de que la decisión de la multinacional francesa sea irrevocable Comisiones Obreras exige una apuesta decidida por la reindustrialización de los terrenos, por la consolidación del tejido industrial en esas mismas instalaciones y, por encima de todo, asegurar el futuro laboral de los trabajadores y trabajadores de Griñón. “Nuestra prioridad es absoluta: la inserción laboral de la plantilla en perfiles similares y en un anclaje territorial cercano”, afirma el secretario general de la Federación de Industria de CCOO de Madrid.
“Por encima de cualquier cosa tenemos que defender nuestra actividad y nuestros puestos de trabajo. Y el futuro de la región, el futuro del sur de Madrid, el futuro de un cambio de modelo industrial y energético que necesita la región”, concluye César Serrano.
Dos años después, Schneider Griñón resiste.