“El suicidio era mi única salida si me cogían los talibanes”
Con el lema de “No al olvido”, el pasado jueves 6 de octubre de 2022 se celebró en la sede de CCOO de Madrid un acto de apoyo a las mujeres afganas en el que se escuchará la voz de un grupo de exiliadas que ha logrado esquivar una muerte segura a manos de los talibán. Hasta hace poco más de un año ejercían en su país como juezas, periodistas, deportistas, ingenieras, activistas…, lo que constituye un grave delito para la extrema derecha islámica que gobierna el país tras la retirada estadounidense. En España se sienten a salvo, pero temen que los medios de comunicación y la comunidad internacional olviden que millones de niñas y mujeres afganas, despojadas del más elemental derecho humano, han quedado aisladas a merced de un régimen de terror, condenadas a un perpetuo arresto domiciliario y a deambular ocultas bajo un sudario. Madrid Sindical ha recogido el desgarrador testimonio de cuatro jóvenes afganas refugiadas en Madrid.
Dirección: Luis Lombardo. Texto: Alejandra Acosta. Intérprete: Nazanín Armanian. Fotos y vídeo: Fran Lorente. Montaje y edición vídeo: Javier Barrio
Asia Dunya, graduada social: “Nunca imaginé después de tanto estudiar que iba a perderlo todo”
“¿Por qué he tenido que nacer mujer? Si fuera hombre tendría derechos”. Estremece escuchar el lamento de Asia Dunya, una refugiada afgana de 25 años que ha vivido una pesadilla desde que los talibanes recuperaron el poder en Afganistán en agosto de 2021 tras la retirada estadounidense. La joven es periodista y graduada social. Trabajaba para el Departamento de Asuntos de la Mujer del distrito de Balkh en proyectos de empoderamiento de las mujeres en zonas lejanas. Su labor consistía en ayudarlas a encontrar un empleo para que pudieran ser autónomas. Un cometido peligroso que, finalmente, le ha costado perderlo todo. “Los pueblos y aldeas lejanas han estados siempre bajo control talibán. No se exhibían, pero sabíamos que estaban ahí. Nos acusaban de desviar del buen camino a las mujeres y atacaban nuestros vehículos”, relata.
Al día siguiente de su llegada al poder los talibanes cerraron el Ministerio de Asuntos de la Mujer y todas sus oficinas provinciales, e incluyeron a su personal en listas de detención y ejecución. Amnistía Internacional constata registros puerta a puerta en los domicilios de juezas, abogadas, fiscales, defensoras de los derechos de la mujer, periodistas y activistas de ONGs.
Fueron a casa de Asia, pero no la encontraron y enviaron una notificación a la familia para que se presentara en comisaría. “Golpearon a mi madre, y cuando me enteré de que habían asesinado a una de mis compañeras supe que tenía que salir de Afganistán. Estuve dos meses escondida hasta que logré cruzar a Pakistán. Tenía siempre un cuchillo encima de la mesa. El suicidio era mi única salida si me cogían los talibanes”. Ella misma había comprobado que en las aldeas la violencia contra las mujeres es tan brutal que muchas, desesperadas, se quitan la vida.
Los talibanes cerraron el Ministerio de Asuntos de la Mujer
Su estancia en Pakistán siendo una chica sola, sin dinero y durmiendo en la calle fue otra experiencia traumática. No puede contener las lágrimas al recordarlo.
Su suerte cambió al contactar con Afghan woman on the run, el nombre de un grupo de nueve voluntarias españolas que se juntaron hace un año para rescatar a mujeres afganas en peligro de muerte inminente. Contactan con ellas directamente, a través de whatsapp. Hasta el momento han logrado traer a España a 190 refugiadas. La mayoría son jóvenes de entre 20 y 30 años, muchas de ellas periodistas y también abogadas y fiscales. “Recibimos cada día una decena de whatsapp pidiendo ayuda desesperada, pero estamos desbordadas y la mayoría de las peticiones ya no las podemos atender”, explica Queralt Puigoriol, una de las voluntarias de Afghan woman on the run.
“Nunca imaginé que después de tanto estudiar para llegar a ser algo en la vida iba a perderlo todo”, dice apenada Asia, cuyos planes son quedarse en España, aprender cuanto antes el idioma “y empezar una nueva vida sin sobresaltos”.
Nelofar Shinwari, activista: “Me rapé en protesta por el asesinato de una mujer y me acusaron de lesbiana”
“Soy una mujer feminista y rebelde, y tengo un sentido muy arraigado de la justicia. Los talibanes pagarán por lo que les hacen a las mujeres”, augura Nelofar Shinwari, una aguerrida y valiente activista de 24 años que quiere “estudiar mucho” para dedicarse a la política, regresar a Afganistán y organizar a las mujeres contra el patriarcado religioso y criminal que las oprime. Sueña incluso con llegar a ser presidenta de su país. Por lo pronto ya reivindica cambios de calado: “La religión tiene que estar separada del poder político. Los problemas de Afganistán no se resolverán a través de la religión”. Así de claro lo tiene.
Nelofar lleva el pelo corto y no usa hiyab. “En una ocasión me rapé la cabeza en protesta por el asesinato de una mujer y me acusaron de lesbiana. Lo hice también para enviar un mensaje al resto de mujeres de que podemos resistir. Los talibanes pensaban que yo me atrevía a provocarles porque tenía algún grupo de apoyo detrás, pero en realidad estaba sola, ni siquiera contaba con el respaldo de un padre o un tutor, y vivir sin ese respaldo en Afganistán es muy difícil”.
“La religión tiene que estar separada del poder político”
Su participación en proyectos gubernamentales relacionados con los derechos de las mujeres, o en programas en la Universidad de Kabul, o su trabajo como voluntaria en ONGs, así como sus actividades sociales y de protesta la colocaron en el punto de mira talibán. “Mi número de teléfono lo tenía mucha gente en los ministerios y empecé a recibir mensajes en los que se me citaba para entrevistarme. Era una trampa. Me escondí en casa de amigos. Primero me aseguré de sacar a mi madre del país y después salí yo. Pasé mucho miedo en el aeropuerto porque temía ser detenida, secuestrada y violada”.
No disimula su ira contra quienes la han obligado a huir. “Es la llama de la venganza lo que me mantiene viva. Cometí el error de dejarme convencer por los talibanes cuando prometieron que no reprimirían a las mujeres. Han hecho justo lo contrario. Utilizan el terror para silenciar la voz de las mujeres”.
Friba Quarishi, jueza: “Ningún país se ha puesto del lado de las mujeres y niñas de Afganistán”
“Cuando llegaron los talibanes fuimos a casa de unos amigos. Teníamos miedo de que nos mataran porque mi madre es jueza. Ella nos tranquilizaba, pero lloraba en sueños”, rememora la pequeña Marjan, hija de Friba Quarishi, una jueza afgana de 40 años. Residía en Mazar-e Sarif. En cuanto supo de la llegada de los talibanes ni siquiera se arriesgó a pasar por su casa, y huyó de inmediato con su marido y su prole, una niña y un niño. Como magistrada del Tribunal de Casos de Terrorismo y Delitos contra la Seguridad y Exterior había condenado a terroristas talibanes, entre ellos a los que asesinaron a una médica española de Cruz Roja. Era también jueza de familia y miembro de la Alta Comisión para combatir la violencia contra la mujer y de la Comisión para combatir la trata de personas. No tenía duda de que los talibanes la buscarían para vengarse. Friba ha llegado a España con un valioso bagaje de 14 años de ejercicio profesional.
Al igual que otras diez juezas afganas, Friba pudo llegar a Madrid gracias a la Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE), integrada en la International Association of Women Judges (IAWJ), de la que forman parte 4.700 magistradas de más de 75 países. María López de la Usada, portavoz de AMJE, detalla que de las 270 juezas afganas, 250 han manifestado su voluntad de salir del país. Por el momento, 180 han sido evacuadas, 62 están en tránsito en distintos países y 70 permanecen escondidas en Afganistán. “Los talibanes tienen sus nombres y saben donde viven. Muchas están en listas de ejecución. Hay de todas las edades, desde los 29 hasta los 66 años y algunas es la segunda vez que huyen de un gobierno talibán”, señala María.
Setenta juezas permanecen escondidas en Afganistán
“Los talibanes quieren acabar con todos los avances conseguidos”, denuncia Friba. “Saben que cuando las mujeres estudian se atreven a levantar la voz porque están más preparadas para defender sus derechos tanto en la sociedad como en el seno familiar. Por eso se han apresurado a cerrarles las puertas de los colegios y las universidades”.
Puntualiza que la imagen de Afganistán en Europa no se corresponde con la realidad. “Todo el mundo piensa que es un país atrasado, pero en los últimos 20 años habíamos progresado mucho. Somos 270 juezas afganas, hemos tenido ministras, empresarias…Estábamos orgullosas y vamos a luchar para que todas esas conquistas se puedan recuperar”. Reprocha a la comunidad internacional la indiferencia hacia el sufrimiento de su pueblo: “Ningún país se ha puesto del lado de las mujeres y las niñas de Afganistán, ninguno. Nadie hace nada”.
Agradece el trato respetuoso y digno que recibe en España, pero subraya que Afganistán siempre será su primer país. “Esté donde esté pienso siempre en Afganistán. Yo he perdido mi casa, lo he perdido todo, pero las mujeres afganas hemos crecido con mucho dolor y sufrimiento y somos fuertes. Seguiremos luchando. Queremos transmitir este mensaje al mundo”.
Muzhda Hoten, periodista: “Me encanta caminar sola, en Afganistán es impensable”
A Muzhda Hoten, de 25 años, locutora de radio y presentadora de televisión, lo que más feliz le hace desde que llegó a Madrid es caminar sola por la calle con la tranquilidad de que nadie va a atacarla por ser mujer y no ir acompañada. “Me encanta, en Afganistán es impensable”, comenta esta periodista que se ha traído a España un recuerdo indeleble de la crueldad talibán: las cicatrices de la monumental paliza que le propinaron por el mero hecho de trabajar y que le ha dejado graves secuelas físicas y emocionales. Se retira el pañuelo con el que se cubre la cabeza para mostrar la marca del golpe que recibió en la frente.
Además de reportera y presentadora de Setar-e-Sahar Radio y Televisión, ha sido directora gerente de Radio Banoo y responsable de marketing de Ayna Televisión. Tiene también experiencia política, ya que ha sido candidata por el consejo provincial de Balkh y nominada para el consejo juvenil de la misma provincia.
Las amenazas arreciaron a partir de sus apariciones en televisión y de convertirse en un rostro conocido. “Recibía amenazas mediante mensajes, llamadas telefónicas y cartas, pero no hice caso. Estaba tan interesada en mi profesión que no me rendí. Muzhda se trasladó de Mazar-e-Sharif a Kabul, donde se alojó en un piso compartido, pero también la localizaron e intentaron envenenarla en una fiesta. “Mi vida corría peligro y yo era una cara conocida. No era fácil esconderme. No me quedó otra que abandonar el país. Lo que deseo es tener una vida pacífica, libre de peligros, y poder trabajar sin las amenazas constantes que recibía en mi país. No volveré a Afganistán hasta que caigan los talibanes”.
El padre de Muzhda murió hace 5 años en un ataque terrorista y ahora tiene mucho miedo por la suerte que puedan correr su marido y el resto de su familia.
“Unos desconocidos me molieron a golpes. Casi me matan”
En primera persona
La secretaria general de CCOO de Madrid, Paloma López Bermejo, la secretaria confederal de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo de CCOO, Carolina Vidal López, y la secretaria de las Mujeres de CCOO Madrid, Lidia Fernández Montes, arroparon al grupo de afganas exiliadas que participaron en el acto que se celebró el jueves 6 de octubre de 2022, con el lema de “No al olvido”. En el streaming del acto puedes ver y escuchar más testimonios de refugiadas: los de Nilofar Bayat, capitana de la selección afgana de baloncesto en silla de ruedas; Helena Hofiani, jueza especializada en penal; Nilab Safi, periodista; Anusha Majidi, abogada especializada en mujeres y niñas; Hasin Ersad, cirujana plástica, y Sunita Nasir, ingeniera civil.
Y para hablar de las iniciativas españolas de ayuda a las mujeres afganas participaron en el acto Antonio Pampliega, periodista especializado en zonas de conflicto y con amplia experiencia en Afganistán; María López de la Usada, socia colaboradora de la Asociación de Mujeres Juezas de España, e Inma Orquín, del grupo activista Afghan Women On The Run. Modera: Cristina Faciaben Lacorte, secretaria confederal de Internacional, Cooperación y Migraciones de CCOO.