La solidaridad de clase, un arma que remueve conciencias
Si algo ha dejado en evidencia la crisis del COVID-19 es el valor fundamental que aporta la clase trabajadora para que la sociedad se mueva. De repente, trabajos que hasta la fecha eran muy poco reconocidos y valorados se convertían en piezas fundamentales para que el conjunto de la ciudadanía pudiera satisfacer sus necesidades diarias.
Trabajadores de la sanidad pública, cajeras, limpiadoras, cuidadoras de personas dependientes y un larguísimo etcétera de profesionales, de la noche a la mañana salieron de la invisibilidad para ser motivo de reconocimiento y aplausos. Y, de repente, lo que para todas ellas y todos ellos es un hecho cotidiano se convirtió en una muestra de valentía.
Los trabajadores y trabajadoras de la limpieza pública viaria y la recogida de basuras pertenecemos a un sector que fue declarado esencial desde el comienzo de la pandemia. Con un alto grado de responsabilidad y de conciencia del servicio público que prestamos hemos acudido cada día a nuestro trabajo, muchas veces emocionados por los mensajes de agradecimiento que el vecindario dejaba pegado en cubos y ventanas.
La crisis del COVID-19 ha demostrado el valor fundamental que aporta la clase trabajadora para que la sociedad se mueva
No estamos acostumbrados a ser tan visibles, de hecho estamos más habituados a realizar nuestro trabajo de forma silenciosa, pasando desapercibidos y desapercibidas. Solo se percatan de nuestra ausencia cuando, por la causa que sea, el servicio no se ha podido prestar o cuando por defender y mantener nuestras condiciones laborales nos hemos visto abocados a realizar una huelga.
En los momentos más duros de la crisis del COVID-19 cientos de sindicalistas del sector han pasado largas horas atendiendo las necesidades del conjunto de la plantilla. Lo han realizado, además, sin hacer uso del crédito sindical y ante un hecho novedoso para todas las instituciones y colectivos sociales. Hemos tenido que improvisar y dar solución a multitud de problemas que se han venido dando, principalmente de seguridad y salud, pero también de modificaciones en las prestaciones del servicio. Sin duda, durante la pandemia se ha vuelto a poner de manifiesto la utilidad y el papel fundamental de las organizaciones de clase, y podemos aseverar que donde hay sindicato hay garantía de que al menos el servicio se presta en mejores condiciones.
Pese a estos días arduos de trabajo sindical, la representación ha encontrado tiempo para devolver un poco de todo el cariño recibido. Haciendo suya la máxima de que solo el pueblo salva al pueblo se han organizado desde los comités de empresa distintas iniciativas para aportar nuestro granito de arena a aquellas personas que por causas de la pandemia están atravesando momentos de dificultad.
En los momentos más duros cientos de sindicalistas del sector han pasado largas horas atendiendo las necesidades de la plantilla
Y es de justicia resaltar el esfuerzo extra que ha llevado la organización de estas tareas solidarias que han cosechado importantes éxitos, como la donación de 2.000 kilos de alimentos del lote 3 de LPV y Jardinería a la Asociación de Vecinos de Aluche, los 2.700 euros donados por los trabajadores y trabajadoras de la Empresa de Servicios Municipales de Alcorcón (ESMASA) a tres entidades vecinales del distrito y la aportación del lote 1 de RBU de 500 kilos de plátanos al Hospital de La Paz y 600 kilos de naranjas al banco de alimentos, entre otras.
Muchas veces los y las sindicalistas estamos en el foco de la crítica, algunas veces de forma justificada, pero con nuestro montón de errores y con nuestros muchos aciertos deberíamos pararnos y pensar qué sería de las relaciones laborales y qué sería de este mundo si no fuera por aquellos que desinteresadamente dedican parte de su tiempo a ponerle la vida un poco más fácil a los demás.
Y es en los momentos más difíciles cuando sale lo mejor de todas aquellas personas que de forma desinteresada se afanan cada día por mejorar sus condiciones y las de quienes les rodean, tratando de devolver un poco de todo lo que reciben. La plantilla del sector de saneamiento urbano ha demostrado con creces ir más allá de las exigencias teniendo presente que la solidaridad es compartir lo que tienes y no dar lo que te sobra.
La solidaridad es compartir lo que tienes y no dar lo que te sobra