Es tiempo para el sindicalismo de clase, sin complejos

Juli Galera López, responsable de Redes Sociales y Comunicación del Sector de Carretera y Logística de la FSC de Madrid

A nadie causa sorpresa la hipótesis de que nada va a ser igual después de la crisis sanitaria provocada por el Covid-19. No hace falta mucha imaginación para prever que las relaciones sociales cambiarán, que nuestro tiempo de ocio deberá amoldarse a una normalidad diferente, que la interacción telemática a todos los niveles ha venido para quedarse, y así hasta un amplio etcétera que iremos viendo y sorteando según vaya viniendo aquello que esperamos con más o menos entusiasmo.

Lo que a mi entender no ofrece ningún género de dudas es el nuevo modelo sociolaboral que avistamos a no mucha distancia. Me refiero a la aplicación del teletrabajo a marchas forzadas sin una regulación amplia y que proteja al trabajador, o a la implementación de nuevos equipos de protección individual (EPIs) en trabajos en los que antes no existían, o a las medidas de conciliación a las que nos enfrentamos, por no hablar de la brecha de desigualdad que se abre ante la nueva crisis económica sobrevenida por la sanitaria, que invariablemente recaerá sobre la clase trabajadora.

Es imperativo recuperar desde nuestras filas y acciones aquello que nos engrandeció en los años 70: el sentido de clase

Ante este nuevo panorama del trabajo, los sindicatos de clase tenemos una gran tarea por delante desde el análisis profundo de nuestro histórico de acciones, sopesando aciertos y desatinos, y desde el impulso para ser la punta de lanza en la defensa de las trabajadoras y trabajadores.

No pretendo en estas líneas hacer un análisis atrasado y retrasado de nuestras bondades y malicias, sino poner la mirada en el futuro, en un futuro muy cercano y que, muy probablemente, nos arrolle como suele ocurrir con la actualidad que vivimos. Es imperativo recuperar desde nuestras filas y acciones aquello que nos engrandeció en los años 70: el sentido de clase, de la clase trabajadora. Recuperar a todas aquellas personas que ejercen su labor por cuenta ajena es fundamental. Ilusionar, organizar, hacer gala de nuestra capilaridad en los estratos laborales, recordar que nuestra fuerza como trabajadores reside en aquello que somos capaces de hacer, que sin las trabajadoras y trabajadores las empresas poco o nada tienen que ofrecer, que sí, que los empresarios ponen el capital económico, pero que la riqueza de un país, el bienestar y la capacidad de consumo la pone la clase trabajadora con sus habilidades puestas a cambio de un salario justo y digno. Nos lo debemos, y se lo debemos a las plantillas de cada una de las empresas de este país , aglutinar en torno al sindicalismo de clase las expectativas, esperanzas y el orgullo de ser el pilar de esta sociedad que prospera con nuestro consumo, impuestos, acciones, inteligencia y memoria.

Los empresarios ponen el capital económico, pero la riqueza de un país, el bienestar y la capacidad de consumo la pone la clase trabajadora

Insisto en que se acercan cambios que necesitan una legislación profunda. Sin entrar en detalles, pero sí en ejemplos, diré que el teletrabajo ha venido para quedarse. En la actualidad, la normativa que tenemos sobre esta modalidad laboral es pobre. Nuestra obligación, a través de la negociación colectiva, es poner luz donde ahora hay sombra: ¿se cumplirá el horario laboral? ¿Los medios para el teletrabajo los asumirá la empresa? ¿Es en verdad una medida de conciliación real o, por el contrario, asumirán esta modalidad las mujeres para dedicarse a los cuidados como siempre ha indicado el patriarcado? ¿Contemplamos la desconexión digital? ¿Vamos a revisar cómo meternos en la acción sindical y la organización de las plantillas que teletrabajan?

La acción sindical sin complejos y la negociación colectiva sin cortapisas a todos los niveles es lo que nos hizo grandes

La vigilancia, la constancia, el poner en valor el orgullo como clase trabajadora, la acción sindical sin complejos y la negociación colectiva sin cortapisas a todos los niveles, es lo que nos hizo grandes y debemos dar a conocer. El valor de la comunicación está muy por debajo de lo que se merece en todas las organizaciones sindicales, laborales, da igual, casi siempre es el “primo feo” en el que no posamos los ojos. La comunicación si no es ágil, valiente, vistosa y veraz, no vale para nada. La agilidad es crucial, las noticias caducan en 18 o 24 horas, y si tardamos mucho en manifestarnos, perdemos el tren. La valentía es un bien escaso en las organizaciones sindicales a nivel comunicativo; la noticia caduca, por lo que cuanto podamos decir en un momento dado en una red social cualquiera deja de tener interés a las pocas horas. Estamos muy burocratizados en cuanto a comunicación se refiere, lo que nos invisibiliza, ya que para publicar o contestar debemos pasar muchos filtros hacia arriba, de manera que cuando tenemos una respuesta adecuada, educada y políticamente correcta ya nos ha pasado la vez y no viene a cuento decir o hacer nada a lo que suscitó nuestro interés de intervención comunicativa. En definitiva, hoy por hoy no es eficaz.

Por concluir, compañeras y compañeros, es nuestro momento y lo debemos aprovechar desde las entrañas, desde nuestro profundo sentimiento de clase trabajadora y de luchadores, como siempre somos, por los derechos de las trabajadoras y trabajadores de nuestro país. Arriesguemos, juguemos con cabeza y ganemos.

Es nuestro momento y lo debemos aprovechar desde las entrañas. Arriesguemos, juguemos con cabeza y ganemos