Zapatero a tus zapatos

David Lozano Cuesta, delegado CCOO (sanidad privada Madrid)

En estos días donde el Estado ha recortado derechos, hecho que nos resta poder de negociación, la labor de los delegados de CCOO, siempre fundamental, ahora debe ser más que nunca colaborativa. Trabajamos día a día bajo una premisa clara: la prevención. Material de protección y test, son los dos escudos de los que disponemos el personal sanitario para protegernos del letal virus. Los dos escasearon durante las primeras semanas de la epidemia, hasta el punto de que hacerse con equipos de protección, mascarillas, pantallas y pruebas diagnósticas absorbió y sigue absorbiendo buena parte de los esfuerzos colectivos.

Tengo cierta saciedad de altruismo, de arranques ejemplarizantes de solidaridad, pero lo cierto es que comenzamos afrontando la nueva realidad en nuestro centro con grandes dosis de incertidumbre y con los medios de protección individual habituales, que no son pocos, aunque quizás no del todo adecuados a la magnitud de la situación.

El material de protección va y viene como un péndulo oscilando con movimientos periódicos, tan pronto nos desbordamos de alegría por los EPI que permiten trabajar con un mínimo de dignidad, como amanecemos con restricciones por falta de existencias en el mercado. Las explicaciones oficiosas no nos convencen, pero debemos ser cautos. El empacho de los medios de comunicación diciendo que no hay productos nos hace resignarnos ante la cruda realidad. Debemos aportar soluciones, debemos construir, no es el momento de hacer crítica coral pero sí de tomar nota, ya habrá tiempo de ajustar cuentas. Mientras, las órdenes se emiten y contradicen a un tiempo, aumentando la confusión. Improvisamos en cuanto a la protección haciendo de la necesidad virtud, pues lo importante es nuestra seguridad y la de los nuestros. Y cuando el caos no permite orientarnos con una dirección clara, se nos remite a las órdenes del Gobierno para las unidades de diálisis. Es ahí cuando nos topamos con la triste realidad, con los protocolos oficiales rebajados a la mínima expresión, hilvanados para la ocasión con la simple pretensión de pasar el corte.

Es imprescindible la realización de test a todos los que estamos en primera línea o seguiremos siendo vectores de transmisión

Con miles de trabajadores sanitarios contagiados, es imprescindible la realización de test a todos los que estamos en primera línea, o seguiremos siendo vectores de transmisión. Con el tiempo, nuestra empresa consigue formalizar contrato con un laboratorio externo que permitirá hacer test solamente a aquellos trabajadores que permanezcan con síntomas y aislados en sus domicilios. ¡No vaya a ser que la producción esté parada sin necesidad! Pero, ¿y qué hay de lo nuestro?, es decir, de los que nos quedamos trabajando, esperando la realización de la prueba viendo como algún compañero tiene que ser ingresado en los hospitales públicos de la Comunidad porque ha desarrollado la enfermedad. Esto deja al desnudo los intereses particulares de los gestores de los medios de producción privados frente a sus asalariados, hecho que trasluce aquello que precisaba Marx en cuanto a la lucha de clases o la contraposición entre capital-trabajo generando una duda, ¿es posible caer en la bajeza de elevar los intereses del capital privado al pináculo de la eficiencia frente a la salud colectiva?

Cuando una persona que trabaja en una oficina trata de cuantificar el valor de cambio que supone a un trabajador cuidar a un paciente, solo pondera el valor material que como gestor le va a suponer en las arcas de la empresa. Para un trabajador de la salud, que en estos momentos no repara en aspectos materiales, que la empresa trate de acicatear la moral colectiva con una tabla de honorarios aplicada en el caso de tener que dinamitar los ratios en las salas de diálisis, le resulta simplemente una tarea vana. 

Un sanitario con EPIs en la puerta de un hospital madrileño

Si esto sale adelante con grandes dosis de normalidad es fruto de la profesionalidad

Esto supone no haber entendido el mensaje histórico de reconocimiento a la profesionalidad, bagaje y maestría del personal que tienen contratado ni la esencia última del sector para el que se trabaja. No se ha de mercantilizar nuestra labor en un momento especialmente complicado, hay que entender que en el capitalismo no todo vale, ni tan siquiera como hipotética previsión catastrófica en el desarrollo de nuestra labor, porque esto supone saltar la medianía de la sensatez, arrumbar con gesto displicente el sentido común, rozando la temeridad e imprudencia

En un mundo globalizado en donde cierta masa de la sociedad ensalza la escasez como valor moral, hay que ser racionales porque la suma de dos elementos potencialmente peligrosos como la falta de EPI y la ruptura de la norma en cuanto a los ratios, multiplica exponencialmente el riesgo de cometer errores. La ciudadanía en los hospitales no muere solo por el virus, en ocasiones se muere con el virus debido a la sobrecarga de trabajo que no permite absorber tanta demanda. Por tanto, asumir estos escenarios supone condenar un trabajo ordenado y preventivo por un caos anunciado. Desde luego, si esto sale adelante con grandes dosis de normalidad no es fruto de la casualidad, es fruto de la profesionalidad, de la integración y normalización de unos estándares de trabajo, corolario de una labor de concienciación.

Hemos pedido medios de prevención, que se mantenga la máxima protección sin dar un paso atrás

Hemos pedido medios de prevención, que se mantenga la máxima protección sin dar un paso atrás, porque todos somos susceptibles de contraer la enfermedad y de extenderla. Pero en lo que ningún trabajador ha recalado es en pedir dinero a cambio de esfuerzo. Se nos debe de valorar todos los días, no sólo aplaudirnos en los momentos difíciles. Nos amparamos en unos valores que son principios rectores de conducta y ahora toca trabajar, pues es una exigencia propia de la razón, fundamentada en un valor objetivo que es el cuidado de la salud de nuestros congéneres. Cuando esto acabe, los delegados seguiremos pidiendo que no se nos trate como un elemento de coste fijo que radica en un número de contrato, ni como un elemento de producción que genera gastos, sino como profesionales que estamos en primera línea trabajando siempre, a pesar de los virus. Mientras no entendamos eso, no habremos entendido de qué va nuestra profesión.