“Los obreros son los que hacen ganar dinero a las constructoras. Deberían cuidarlos”

Lo que han vivido los obreros de la construcción en Madrid desde finales de febrero a cuenta del coronavirus se puede resumir en tres palabras: desinformación, incertidumbre y miedo. Alberto Palmero, administrativo de obra y delegado de CCOO en una de las grandes constructoras españolas, denuncia que las empresas del sector se han preocupado más por los números que por la salud de sus trabajadores. “Todo lo que hemos conseguido ha sido a base de protesta”.

Alberto Palmero, administrativo de obra y delegado de CCOO
Alberto Palmero, administrativo de obra y delegado de CCOO

No le vale el que esta pandemia haya pillado al mundo entero desprevenido. A Alberto Palmero le cuesta entender, por ejemplo, que una gran empresa de construcción, y más si pertenece a un grupo del Ibex 35, no disponga siempre de guantes y mascarillas. “Ya no por la pandemia. Es que en una obra hay que protegerse de muchas cosas, pero como los presupuestos se hacen como se hacen…”, se lamenta. 

Cuenta este delegado de CCOO que en una reunión con el director de zona y el de prevención de su empresa, en la que los representantes de los trabajadores mostraron su preocupación por el coronavirus, recibieron como única respuesta que se trataba de “un simple constipado”. Así que volvieron al tajo sin que les facilitaran equipos de protección y sin un mínimo protocolo. Fue cuestión de poco tiempo comprobar que el cartel que anuncia en las obras “sólo personal autorizado” no detiene a los virus. “No le dieron importancia y les estalló en la cara, resume Alberto. 

“La empresa nos dijo que era un simple constipado y volvimos al trabajo sin equipos de protección”

El día 14 de marzo, fecha del decreto del primer confinamiento, el “simple constipado” se había llevado por delante a 86 personas en Madrid, una cifra que en tan solo 24 horas se elevó hasta los 213. Los obreros, como el resto de la ciudadanía, veían cómo se extendía la epidemia y tenían miedo. Con razón. A 20 de abril, se contabilizan en la región 54.884 positivos y más de 7.000 muertes por Covid-19. 

En cada obra nos hemos buscado la vida para comprar guantes, mascarillas y termómetros”

Lo más que hizo la patronal fue remitir por correo electrónico un listado con las empresas suministradoras de material de seguridad, pero para entonces las existencias estaban agotadas. Ante la falta de un mínimo protocolo y el silencio de la dirección, los trabajadores de cada obra se buscaron la vida para conseguir mascarillas, guantes y termómetros.

Riesgo en comedores y vestuarios

Los primeros casos de contagio en la delegación de Alberto Palmero se habían detectado a primeros de marzo. “Lo peor de todo ha sido la falta de información por parte de las empresas. De lo único que están pendientes es de cuándo vamos a certificar la obra para poder cobrarla. Se han preocupado más por los números que por nuestra salud. No nos enviaron ni el más mínimo comunicado sobre protocolos de prevención. Nada”, se queja el sindicalista. “Y la desinformación trae incertidumbre, y la incertidumbre, miedo, advierte. Así las cosas, la tecnología ha sido de gran ayuda para los delegados sindicales, quienes se han encargado de mantener a todos los trabajadores informados a través de los grupos de whatsapp y del correo electrónico. 

Los obreros asumen un elevado riesgo de contagio en las obras, sobre todo en comedores y vestuarios”

Los obreros de la construcción asumen un elevado riesgo de contagio, ya que por el tipo de trabajo que realizan es difícil seguir los consejos de prevención. En los comedores y vestuarios, entre otras instalaciones, es muy complicado mantener la distancia de seguridad. Recuerda Alberto el caso de un gruista que tenía todos los síntomas de Covid-19 y lo enviaron a casa. La empresa se limitó a desinfectar el mando de la grúa. “Ni limpiaron los comedores, ni los vestuarios, ni el resto de las instalaciones, auténticos focos de contagio. No le dieron importancia. Un obrero cogió un cubo de lejía y limpió como pudo. Incluso ahora solo desinfectan las instalaciones una o dos veces por semana cuando deberían hacerlo a diario”. También se enteró de contagios entre algunos operarios de instalaciones, que se mueven de unas obras a otras y que, por tanto, iban expandiendo el virus.

‘Pistolerismo’

Sin embargo, cuando se detectó el primer caso en la central cerraron la sede y enviaron al personal a teletrabajar, lo que muestra la diferente reacción respecto a los trabajadores de las obras. “Son los obreros los que hacen ganar dinero a las constructoras y los que generan el sueldo de todos, pero son el eslabón más débil. Deberían cuidarlos para que estén en buenas condiciones si quieren que el trabajo salga adelante”. 

“Todo lo conseguido ha sido a base de protesta. Sólo con una organización sindical fuerte podemos defendernos”

Según datos de afiliación a la Seguridad Social, en el mes de febrero el sector de la construcción empleaba en Madrid a 145.108 personas. En marzo se registró una pérdida de afiliación de 17.903 trabajadores. 

La mayor preocupación para los delegados sindicales son los obreros de las contratas que trabajan por horas o por jornada, y si no hay actividad, tampoco sueldo. “Este ocurre porque hay mucho ‘pistolerismo’ en las subcontratas. Este tipo de trabajadores no se puede permitir quedarse en casa porque entonces sus familias no comen. Lo tienen muy difícil”, indica Alberto.

Quemados y desamparados

La emergencia sanitaria y la manera en la que la han gestionado las empresas de construcción han promovido un cambio de mentalidad entre los trabajadores del sector. Están muy quemados porque se han visto desamparados por las empresas y se han dado cuenta de que sólo con una organización sindical fuerte podemos defender nuestros derechos. Todo lo que hemos conseguido ha sido a base de protesta. Y seguimos protestando porque a pesar de ser un gran grupo, no tiene los medios suficientes ni para organizar el teletrabajo. Y si esto ocurre en una empresa del Ibex 35 no me quiero imaginar cómo andará el resto”, asevera Alberto Palmero. 

La vuelta al tajo el 13 de abril tras un cierre de ocho días laborables -como permiso retribuido a recuperar- ha sido precipitada, a juicio de Alberto. “La situación ha mejorado, pero tenían que haber esperado a tenerlo todo más controlado. No sé qué van a hacer si hay un repunte de contagios, pero la presión de la patronal es muy fuerte”. 

La constructora para la que trabaja Alberto tiene unas cuarenta obras abiertas en Madrid. Otros dos delegados de CCOO, Ángel Ramos y Quique García, se encargan de recorrerlas para comprobar en qué condiciones se está desarrollando la actividad. La semana pasada visitaron 14 obras y la impresión es alentadora. “Nos hemos llevado una grata sorpresa. Los obreros trabajan con EPI, se están cumpliendo las distancias de seguridad y la limpieza ha mejorado”, concluye Ángel Ramos.

“Si esto ocurre en una empresa del Ibex 35 no me quiero imaginar cómo andará el resto”

“La falta de información trae incertidumbre, y la incertidumbre, miedo”