Crónica desde la zona cero de la pandemia

La fecha del 17 de marzo de 2020 quedará para siempre grabada a fuego en la memoria de Mercedes Romero. Ese día empezaba para esta madrileña de 49 años, delegada de CCOO y secretaria general de la sección sindical del Hospital Severo Ochoa, y para todos los trabajadores y trabajadoras de este centro hospitalario ubicado en Leganés, una batalla sin cuartel contra un enemigo invisible, desconocido, imprevisible, escurridizo y muy contagioso y letal: el Covid-19.

Mercedes Romero

Cuando llegué al trabajo ese martes me encontré con montones de mensajes angustiosos y desesperados que me llegaban de todos lados por parte del personal de urgencias”, cuenta Mercedes Romero. Más de dos centenares de pacientes habían llegado a lo largo de la madrugada del 17 de marzo al hospital con síntomas de gripe, muchos de edad avanzada y en estado crítico porque se asfixiaban y no había ni UCIs ni respiradores suficientes. En realidad, no había suficiente de nada. Ni camas, ni Epis (equipos de protección individual), ni test, ni siquiera agua para tanta gente. El colapso era total. Y el miedo y la impotencia, también.

“El Severo Ochoa era como un hospital de campaña en pleno bombardeo en medio de una guerra, con el agravante de que tenían delante una bomba que no veían”

La descripción de quienes vivieron en directo aquella madrugada en las urgencias del Severo Ochoa era la de un hospital de campaña en pleno bombardeo en medio de una guerra, con el agravante de que tenían delante una bomba que no veían y que si explotaba no había refugio posible. El personal se enfrentaba a un virus tremendamente dañino sin el equipamiento adecuado. La mayoría de las llamadas que aquella noche se hicieron desde el hospital fueron a los servicios funerarios. Así de crudo. La delegada sindical intenta en un primer momento pedir explicaciones a la gerencia, a la que el colapso de las urgencias le pilla desprevenida. Como a todo el mundo, por otra parte. No es el momento de exigir responsabilidades y tampoco hay tiempo que perder. Mercedes se pone en contacto con la Federación de Sanidad de CCOO, que busca una salida ante la falta de respuesta de la gerencia. Se lanza una primera grabación en la que la delegada sindical lanza un SOS pidiendo material sanitario, sobre todo EPIs y respiradores. El vídeo se hace viral dentro y fuera de España y consigue visibilizar la gravedad de una situación que no había hecho más que empezar. El Hospital Severo Ochoa y el de Alcalá de Henares se convierten en la zona cero de la pandemia en España. La sanidad madrileña se da de bruces contra una emergencia sanitaria de alcance y consecuencias inimaginables y que hasta ese momento nadie había sabido prever a pesar de las noticias que llegaban de China e Italia y de que el Gobierno había decretado el estado de alarma con un confinamiento sin precedentes el viernes 14 de marzo.

“Vecinas y vecinos de Leganés han donado sofás, colchones, canapés y sillones para suplir las camas hospitalarias. Es de una generosidad apabullante”

Mientras le permitieron hacerlo, Mercedes, que es auxiliar administrativa, recorría todas las unidades del hospital para ver cómo estaba el personal sanitario y en qué condiciones atendía a los pacientes, que se amontonaban por los pasillos en sillas porque no había camas en las que tumbarlos. El 18 de marzo graba un segundo vídeo porque a la falta de material se suma la sed. Gracias a esta segunda grabación el agua llega al hospital a borbotones. El milagro se llama solidaridad ciudadana. De inmediato empiezan a llegar palés de agua donados por asociaciones y empresas, y también de particulares, que desde su confinamiento hacen pedidos para el hospital. Las vecinas y vecinos de Leganés, estudiantes y asociaciones se movilizan. Cosen mascarillas, fabrican viseras con impresoras 3D, y cuando se enteran de la falta de camas empiezan a donar lo que tienen en casa: sofás, colchones, canapés y sillones. “Es de una generosidad y una humildad tan apabullantes que me emociona muchísimo”, comenta Mercedes, que a esas alturas ya se había convertido en la cara visible de la tragedia y en portavoz del personal sanitario del Severo Ochoa.

De 90 a 330 pacientes 

La primera víctima mortal por coronavirus en el Severo Ochoa se había producido el domingo 8 de marzo. Esa muerte resultó inquietante, pero tampoco barruntaron lo que se avecinaba. La semana del 9 de marzo se produce un goteo incesante de ingresos. La plantilla de este gran hospital público madrileño la componen 1.667 profesionales, en su mayoría enfermeras, técnicos/as de cuidados y facultativos/as. La capacidad máxima de urgencias, la que se alcanza en picos estacionales de gripe, es de 90 plazas, y cuando se llega a este nivel las urgencias ya están al límite. Imaginen lo que tuvo que ser la semana del 17 de marzo, cuando se acumularon en las urgencias hasta 330 personas con síntomas de coronavirus. “Me llegaban llamadas de auxilio de facultativos, enfermeras, técnicos de laboratorio, de rayos, limpiadoras, celadores, telefonistas, trabajadores de todas las categorías, y alguien tenía que difundir lo que me transmitían”, explica Mercedes.

“Ahora estamos en la emergencia sanitaria, pero después vendrá la emergencia laboral y social. Que nadie dude de que ahí estaremos”

Otras dos delegadas de CCOO del Severo Ochoa, Lola Seguido y Prado Lanzarote, apuntalan el trabajo de Mercedes. Lanzarote, que es auxiliar de enfermería, ha renunciado además a sus horas sindicales y destina la jornada completa a atender a pacientes de covid-19 en las plantas de hospitalización. La Federación de Sanidad les facilita la logística y el arrope de una organización, CCOO, que ante el apagón informativo de la Comunidad de Madrid se ha situado en la primera línea de la batalla contra la pandemia con una de las armas estratégicas en cualquier contienda: la información

Han transcurrido solo tres semanas desde el primer vídeo lanzado por la Federación de Sanidad y protagonizado por Mercedes, pero la intensidad de los acontecimientos y la sensación de irrealidad aleja aquellos primeros días de la crisis hasta un pasado que parece remoto. Aunque la situación ha mejorado, el maldito virus nos roba también el mes de abril. Los traslados de pacientes desde el Severo Ochoa a Ifema, a otros hospitales y al pabellón polideportivo Carlos Sastre, habilitado como hospital de campaña, alivian las urgencias. La madrugada del 1 de abril, día en el que se realizó la entrevista con Mercedes, las urgencias del Severo Ochoa atendieron a 102 pacientes, un número que se acerca a los 90 que se registran durante las gripes estacionales.

Urgencias del Hospital Severo Ochoa de Leganés
Exterior de las urgencias del hospital Severo Ochoa de Leganés el pasado 1 de abril de 2020

Dos frentes para ganar

El problema a partir de ahora, advierte la sindicalista, es el de la asistencia en una hospitalización saturada. Detalla que este hospital está preparado para 300 camas, pero con las nuevas zonas que se han ido abriendo pueden estar rondando los 450-500 pacientes hospitalizados con la misma plantilla para 300. Le consta que la plantilla se ha reforzado, pero también ha habido muchos contagios y ha disminuido por las bajas. “Esta guerra”, subraya, “la tenemos que ganar en dos frentes: el sanitario, curando y tratando pacientes, y el de la ciudadanía, quedándose en sus casas para no contagiar y que no les contagien. Así, llegará un punto en el que confluirán los dos y habremos ganado

“Nos hemos tenido que enfrentar a la pandemia en unas condiciones muchos peores de las que tenían que haber sido”

Si hay algo que aprender de todo esto”, añade, “es que hay que blindar la sanidad pública e invertir en investigación. Son dos pilares fundamentales. Dicen que tenemos la mejor sanidad del mundo mientras diseñan una política de recortes y reducen la inversión, y por eso nos hemos tenido que enfrentar a la pandemia en unas condiciones muchos peores de las que tenían que haber sido”.

“Hay que blindar la sanidad pública e invertir en investigación. Son dos pilares fundamentales de una sociedad”

La batalla continúa y aunque le duelen las críticas malintencionadas e interesadas contra los sindicatos, Mercedes Romero se ve recompensada sobradamente por el agradecimiento que recibe a diario por parte de trabajadoras y trabajadores de todas las categorías. “Más que nunca nos hemos dado cuenta de la importancia de darles voz, para eso está el sindicato. Estamos aquí para visibilizar sus problemas, canalizarlos, reclamar sus derechos y garantizar su seguridad mientras ellos y ellas dedican todo su esfuerzo a luchar contra un poderoso enemigo y salvar vidas. Nuestra meta es apoyarles para que las cosas salgan de la mejor manera posible. Y ahora estamos en la emergencia sanitaria, pero después vendrá la emergencia laboral y social. Que nadie dude de que los delegados y delegadas de CCOO ahí estaremos

“¡Tenemos derecho a vivir!” 

Mercedes Romero confiesa que ha llorado a raudales en este último mes. Lo hace cuando no la ven. Son lágrimas de impotencia, de rabia, de miedo, de emoción. El episodio más desgarrador lo vivió de la mano de una enfermera del Severo Ochoa a cuyo padre ingresaron por coronavirus en pleno colapso hospitalario. La mujer del paciente y madre de la enfermera, desesperada, se inspiró en Mercedes para grabar su propio vídeo pidiendo auxilio. “Necesitamos ayuda. Leganés se está muriendo (…/…)”, clama la anciana entre lágrimas. “España necesitamos ayuda, el mundo nos tiene que ayudar (../…) Tenemos derecho a vivir. !Por favor respiradores¡”. El hombre falleció a las pocas horas de la difusión de la dramática grabación a través de Youtube.

Este vídeo llegó hasta Finlandia y ha promovido la llegada de respiradores”, cuenta Mercedes. “Es lo más desgarrador que he vivido y también el agradecimiento más doloroso que he recibido. Me afecta mucho incluso contarlo”. 

Normal que le cueste conciliar el sueño. Desfilan por su cabeza los pacientes que mueren solos, las familias confinadas en casa pendientes de una llamada, el personal sanitario que arriesga su salud, las jornadas agotadoras e interminables y las secuelas psicológicas que vendrán después.