Por Carmen Vidal, secretaria de Comunicación de CCOO Madrid ⇒

Acabar con las brechas para acabar con la feminización de la pobreza

Desde que nacemos, los roles y estereotipos de género marcan nuestras vidas de la peor forma posible. En este sentido, el rosa y el azul no son sólo dos colores porque están cargados de una simbología que nos delimita socialmente hasta la edad adulta.

 

Los sesgos empiezan ya en el colegio. Diferentes estudios demuestran que los roles de género se interiorizan entre los 3 y 5 años, y están plenamente arraigados a los 10. Se agrandan en secundaria, etapa en la que las mujeres se alejan definitivamente de las carreras STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). El informe PISA lleva años analizando este fenómeno y alertando de la gran brecha de género que existe en la autoconfianza de ellas para las ciencias no sanitarias. Profesiones que hoy nadie discute que marcarán el futuro laboral y determinarán los nuevos repartos de poder del sistema económico, y en las que todo parece indicar que las mujeres serán una minoría.

 

Cuando llega el momento de incorporarse al mercado laboral se produce la gran desigualdad. Las mujeres, quieran ser madres o no, se topan con el muro de la maternidad. Así, entre las mujeres predomina el empleo a tiempo parcial (74,12%), acceden a un mayor número de contratos temporales y a una menor promoción dentro de la empresa, lo que conlleva que la brecha salarial acompañará a la mayoría toda su vida laboral. Y, en el peor de los casos, simple y llanamente, estarán destinadas a empleos sin derechos (aprovechamos estas líneas para reivindicar el Convenio 189 de la OIT sobre empleadas de hogar).  Dicho de otro modo, las mujeres sufren una mayor precariedad en sus empleos que los hombres.

Además, son ellas quienes cargan con los trabajos no remunerados de cuidados, a pesar de que han pasado años de la incorporación de las mujeres al mercado laboral. Ocurre porque la incorporación de los varones al espacio doméstico sigue pendiente.

La suma de precarización en el empleo, junto a mayor número de horas dedicadas a los cuidados no remunerados, hace que la brecha de género se haga aún perceptible cuando llega el momento de recibir pensiones. Y, a pesar de que se ha ido reduciendo en los últimos 15 años, en pensiones de jubilación continúa una brecha del 26,66%, o del 16,02% cuando hablamos de pensiones por incapacidad permanente.

Para que la pobreza deje de tener rostro de mujer es urgente acabar con todas estas brechas. Y ese es un firme compromiso de las CCOO de Madrid.

⇒ ESPECIAL 8 DE MARZO 2020 DÍA DE LA MUJER