El ‘ingeniero’ Sánchez era mujer

Texto: Alejandra Acosta

En febrero de 1999, hace 21 años, tuve la suerte de conocer y entrevistar a la primera mujer ingeniera de caminos que ejerció en España. Se llamaba Araceli Sánchez, tenía entonces 78 años y pertenecía a la primera generación de niños y niñas de la guerra que Franco permitió regresar de la URSS. El gobierno soviético logró que Franco aceptara la validez de los títulos de quienes regresaban del exilio. 

Corría el año 1956 y Araceli, con 36 años, traía un documento de enorme valor que la hacía única en España: un título de ingeniera y una experiencia laboral de cinco años en Asia central construyendo centrales hidráulicas y como subdirectora del departamento tecnológico de una de las más importantes empresas de líneas eléctricas rusas. 

Cuando se enteró de que la empresa suiza Isodel Sprecher ofertaba, en 1957, un puesto de ingeniero para su sede en Madrid no dudó en presentarse. El día de las pruebas de selección empezó mal. El portero de la empresa se negaba a dejarla entrar convencido de que era la señora de la limpieza y no una de las candidatas. Pero acabó bien. Tumbó a los otros cuatro aspirantes, todos hombres. Obtuvo 4 puntos por encima del segundo candidato con mejor puntuación. 

“Al capitalista le importa un bledo la ideología con tal de que no hagas proselitismo en su empresa”, esgrimía para explicar el respaldo incondicional que recibió de Clemente Cebrián, uno de los propietarios de la empresa. La ingeniera se lo compensó diseñando la tecnología más moderna que se había visto en España. A Cebrián le divertía llevar a los ingenieros que visitaban la empresa al despacho de Araceli. La presentaba como “la ingeniero Sánchez, mujer y comunista, para que luego digan que en España no somos demócratas”.

Araceli Sánchez, en un fotograma de Camino, J. (2001) Los niños de Rusia. Tibidabo Films

Pulso con sus colegas

La nombraron responsable del departamento de proyectos, Isolux, y llegó a estar al mando de 150 profesionales. Su cometido consistía en adaptar tanto los proyectos españoles como los que llegaban de EEUU para la construcción de centrales hidráulicas, térmicas y nucleares. Trabajó con Ernesto Botella, padre de Ana Botella, que la seleccionó para su equipo porque sabía de su dominio tecnológico. “Los dos primeros años fueron un pulso continuo con los ingenieros”, recordaba Araceli. “Los planos que dibujaban eran un desastre y yo se los devolvía con las correspondientes anotaciones”. 

A mediados de los años sesenta, la multinacional inglesa Kellogg’s Corporation convocó un concurso para la refinería de Repsol en Puertollano (Ciudad Real). Araceli, sin encomendarse a nadie, envió su propuesta a Londres. Y ganó. Por primera vez Isolux ganaba un concurso internacional. 

Cuando se jubiló, en 1987, Araceli había logrado colocar en su departamento a 14 mujeres delineantes. Formó parte, además, del Club de Amigos de la UNESCO, fue presidenta de la Organización Social de Mayores de IU y mantuvo una intensa actividad intelectual hasta su muerte, en 2010.

La entrevista con Araceli Sánchez se publicó en El País en febrero de 1999.