Por Jaime Cedrún, secretario general de CCOO Madrid ⇒
“Tomados de uno en uno no somos nada, nuestra dignidad es la de todos…” La clase trabajadora debe seguir organizándose frente a la explotación, frente a realidades sociolaborales que se disfrazan de nuevas, no siendo más que lo de siempre: explotación. Debe seguir organizándose por las libertades democráticas y el Estado de Bienestar. Debe seguir organizándose en CCOO de Madrid. Ya somos más de 144.000 las personas afiliadas, somos la principal organización social. No es suficiente, es responsabilidad de todas las mujeres y hombres de CCOO que siga creciendo.
Quizá el poema más conocido de José Agustín Goytisolo sea el que dedicó a su hija, «Palabras para Julia», en el que desde esos momentos depresivos que padecía el poeta intentaba insuflarle optimismo y esperanza: “Un hombre solo, una mujer / así tomados, de uno en uno / son como polvo, no son nada”. Seguro, tal como interpretó Manuel Vázquez Montalbán, en ese texto Goytisolo también alentaba, intentaba proclamar un nuevo humanismo: “Tu destino está en los demás, / tu futuro es tu propia vida / tu dignidad es la de todos”.
Y esa es la filosofía del sindicalismo de clase, “tomados de uno en uno no somos nada, nuestra dignidad es la de todos…”. A pesar de los permanentes intentos por laminarnos desde los poderes con los más insospechados medios, en CCOO de Madrid no sólo no hemos desaparecido, sino que con más de 144.000 personas afiliadas, casi la mitad mujeres, somos la principal organización social.
Es más, somos la principal organización social y la más representativa de la clase trabajadora en la Comunidad de Madrid y en España. De cada cien afiliados a CCOO, más de once (11,36 %) procedemos de la comunidad de Madrid, en donde todas las federaciones regionales y uniones comarcales están en crecimiento positivo. Mujeres, jóvenes e inmigrantes en Madrid se organizan en CCOO. El sindicato se empapa de quienes más necesitan organización.
Pero no podemos entender esta reflexión como un alarde de autocomplacencia. Al contrario, es un acicate necesario que indica y diagnostica que la clase trabajadora debe seguir organizándose. Ojalá esa herramienta que somos los sindicatos de clase no tuviéramos que existir; ojalá estuviera superada la lucha de clases y viviéramos en un mundo igualitario, justo y fraternal.
La cuestión es que sigue haciendo falta un sindicalismo no corporativo fuerte, más allá de plataformas a veces surgidas con espurios objetivos personalistas que
nacen para morir. Como indica Antonio Baylos en su breve y pedagógico libro ¿Para qué sirve un sindicato? Instrucciones de uso, “el pragmatismo sindical no acepta fácilmente la utopía, que al fin y al cabo es un lugar ideal por construir que no existe en la realidad…”
Donde hay sindicato hay
mejores condiciones
laborales, más seguridad
laboral, menos
siniestralidad, más
igualdad de
género.
Sin olvidar nuestros referentes históricos, ni nuestras diversas culturas políticas, las Comisiones Obreras de Madrid somos una herramienta útil y actual. El sindicalismo de clase debe ser una herramienta útil en un mundo que cuenta, según la OIT, con mil cuatrocientos millones de trabajadores que ocupaban un empleo vulnerable en 2017, y se prevé que otros treinta y cinco millones se sumen a ellos en 2019. En los países en desarrollo, el empleo vulnerable afecta a tres de cada cuatro trabajadores.
No somos los sindicatos una antigualla como se quiere hacer ver desde las perspectivas más variopintas. Desde el empresariado más pirata y el neoliberalismo corrupto económico y político hasta ese supuesto izquierdismo que requiere de unos cuantos baños de realidad. La experiencia, la organización, la tolerancia, el debate…, no son características de organizaciones caducas, sino de organizaciones sólidas, clásicas, que se actualizan en su forma y su fondo al tiempo que lo hace la sociedad. Incluso para la sociedad, para la mayoría de las personas, es complicado
actualizarse debido a la velocidad que impone la tecnología.
Desde nuestro nacimiento venimos clamando contra la desigualdad y la pobreza y en los años del tardofranquismo nuestra apuesta fue muy fuerte para que este país no reventara. Durante la reciente Gran Recesión venimos peleando en la calle y en los foros contra esa desigualdad de la que nuestra región es paradigma y creo que sí hemos sido capaces de poner el tema en la agenda del debate político.
Quizá no se nos reconozca, pero CCOO de Madrid ha estado a la cabeza de la revolución feminista desde hace décadas, igual que en la preocupación por el cambio climático, a pesar de las contradicciones que a veces pueden surgir y que siempre tienen alternativas.
Nadie puede negar que es necesaria la fuerza de nuestro sindicato, porque donde hay sindicato hay mejores condiciones laborales, más seguridad laboral, menos siniestralidad,
más igualdad de género. La huelga y la negociación colectiva son nuestros grandes instrumentos. Los nuevos tiempos traerán nuevas herramientas sindicales pero siempre con esa dualidad: presión/ negociación, que son parte fundamental de nuestro ADN.